jueves, 17 de julio de 2008

Astrea


Temis, el orden establecido (en el universo y entre los hombres), y por extensión el Derecho, es una de las raras divinidades alegóricas asociadas a los olímpicos. En efecto, los antiguos vates materializaron la idea de lo justo figurándosela sentada, para indicar el reposo en que debe estar el juez; le vendaron los ojos, porque el juez no ha de ver a las personas; le dieron un semblante sereno, porque el juez no se ha de apasionar; le pusieron una balanza en la mano izquierda, porque el juez no ha de inclinarse más a un lado que a otro, y en la derecha una espada con que amenaza al culpable, porque el juez no ha de perdonar.

Fue Temis esposa y consejera de Zeus (Júpiter), pues el poder duradero es el que se funda en la justicia. De ese matrimonio nacieron cuatro hijas: Concordia, Paz, Ley y Astrea. A Ley le regaló su padre unas tablas para que escribiera en ellas los preceptos que él les había dado a los hombres. A su hija Astrea la envió al mundo para que presidiera los tribunales y para que dirigiese los consejos que mantenían la Paz y la Concordia. Pero eso sucedió en los venturosos días de la edad de oro. Con el tiempo el oro se convirtió en bronce, el bronce en hierro, el hierro en... Total que la doncella Astrea, viendo que los hombres no pensaban sino en matarse, se volvió al Cielo. Allí está con el nombre de Virgo al lado de su madre, Libra. Ésta, para resguardarse y resguardar a su hija temiendo la petulancia de la especie humana, puso un escorpión de centinela, a quien auxilia un flechero; un león, que intimida al más osado; un cangrejo vigila atentamente mientras retrocede; un carnero, un toro y un macho cabrío están para defenderlas con cuernos; los gemelos Cástor y Pólux guardan armados; a quienes intentaran asaltar el zodíaco embarcados, los esperan unas mandíbulas dentadas de feroces tiburones y un asolador huracán que los ahogará sin remedio.

No deja de ser ilustrativo que tirios y troyanos políticos se hayan puesto de acuerdo en un caso de administración de justicia y se hayan convertido en jueces de alzadas. tampoco que un partido quiera realizar una protesta y la irresponsable Coordinadora Democrática lo califique de escandaloso, perverso e inmoral, y las feministas se indignen y consternen con una decisión sexista, “pues no tiene conciencia de los problemas de la discriminación de la mujer”. ¡Hasta una reconocida narradora como Rosa Montero no pudo dejar de publicar unas cuantas tonterías sobre el asunto!

Ser juez es el cargo de mayor responsabilidad que se puede asumir y el de mayor soledad, porque no hay buen juez a gusto de partes. Hasta que un tribunal superior diga lo contrario, tengo para mí que Rosa Cádiz es reposada, serena, imparcial, desapasionada y... valiente, y que ha dictado una sentencia justa. La injusticia con el acusado y la víctima, parece, está en los investigadores (¿?) del caso que se graduaron en un curso por correspondencia.


carloshjorge@hotmail.com
Publicado por TalCual, pág. 13, el miércoles 9 de marzo de 2005
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