jueves, 17 de julio de 2008

Sobre la necesidad y la libertad

Algunos filósofos lo han dicho: el hombre es un ser necesitado y la necesidad norma su vida. Este hecho marca la faltaenser de todo individuo humano y a él hay que llegar para encontrar los fundamentos de la moral y de la política, esferas ambas, íntimamente entrelazadas, de la acción individual y del hacer colectivo.

 Hablamos de necesidad en el sentido de carencia, pero también, de urgencia, grito y determinación en el obrar, pues cuando la necesidad apremia no se consultan voluntades. Paradójicamente, esta necesidad de ser es el fundamento del derecho, de la justicia, a la vez que de la injusticia, pues el instinto de nuestra propia conservación nos obliga a luchar con otros que también tienen necesidades. ¿Sobre qué sería la lucha? Por los medios de adquirir las cosas que se requieren para satisfacer la necesidad de seguir siendo. Por ello hay que consultarse mucho para entenderse. De lo contrario, la guerra de todos contra todos será permanente. Algunos no lo ven, pero hace tiempo que estamos en ella. Cada nueva semana se nos da el parte de los caídos en la última batalla.

 ¿De qué necesidades se habla? De alimento, vestido, alojamiento, curación, distracción y de sus grados, pues cada uno interpreta su necesidad de acuerdo con sus conveniencias, enseñaba el maestro Simón Rodríguez. Uno, como Gandhi, se sostiene con poco; pero este Pantagruel necesita “llenarse” y aquel drogadicto matará para conseguir el crack o la heroína a fin de escapar al peso de su existencia: ésa es su distracción.

 Sólo reconociendo la necesidad podemos alcanzar la libertad, que es, en primer lugar, una conquista de la razón sobre los instintos y sobre los deseos. Es cierto que el deseo es de la esencia humana misma. Es cierto que la felicidad no es más que un deseo sin fin, interminable, un continuo progreso de los deseos de un objeto a otro. Pero el hombre que no puede gobernar sus necesidades y deseos es un esclavo de sí mismo. El hombre no puede menos que determinarse, por eso es preciso que conozca las causas y asuma la responsabilidad de sus acciones. La libertad no excluye la necesidad: la impone.

 Pero, en segundo lugar, libertad es un deseo, el más íntimo, porque es una aspiración permanente. Es tan profunda esta aspiración, tan invasora, que sólo se reconoce por la falta, por la carencia. Pero no podemos vivir todo el tiempo aspirando, porque no satisfacer deseos es perecer, aunque intentar su satisfacción plena es la locura. La libertad implica satisfacción de necesidades. Aquí viene bien una cita (de memoria) de Bolívar: “más quiero una libertad peligrosa que una esclavitud tranquila”. 

En tercer lugar, libertad es, esencialmente, la capacidad de negación. Y ésta es, en síntesis, la grandeza humana. Cuando se nos han segado aspiraciones esenciales, todavía nos queda la libertad de recogernos en nuestro interior para decir no. ¡Débil el Estado que constriñe a sus ciudadanos con la ley y la fuerza en ese estado! 

carloshjorge@hotmail.com 
Publicado por TalCual el 24 enero de 2005, página 17
 Publicado por imagenlatinoamericana.net el 11 de abril de 2005

1 comentario:

Unknown dijo...

Una verdadera reflexión.
últimamente me he pregnutado cómo en este país de mentes tan brillantes y de claro razonamiento, cláramente inspirados por el bien común, es que todavía la nación está suergida en en la oscuridad del alma, gobernada por infames!!!