El Ajedrez es un juego de Estado. Eso ya se sabe. En realidad, es una semiología. El Ajedrez constituye una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada, con un frente y una retaguardia. Con batallas. El Go también es una guerra, pero sin línea de combate, sin enfrentamientos, sin retaguardia... hasta sin batallas en el límite. Pura estrategia. Esto no es tan sabido.
Las piezas del Ajedrez están codificadas por propiedades intrínsecas, de donde obtienen sus movimientos, sus situaciones y enfrentamientos. Es decir, cada una está calificada: rey, reina, torre, caballo, alfil y peones. Así son enunciadas y así se mantienen siempre con un poder relativo que se combina en un sujeto de enunciación: el mismo jugador o la forma intrínseca del juego. Las fichas del Go, por el contrario, son piedritas, caraotas, simples unidades aritméticas con una simple función anónima, colectiva o de tercera persona, elementos de una disposición mecánica, sin propiedades intrínsecas, sólo de situación.
Pero las situaciones son muy diferentes en los dos juegos. En su medio interior, las piezas del Ajedrez mantienen relaciones biunívocas, tanto de unas con las otras como con las del adversario. Sus funciones son estructurales. Mientras que una ficha no posee sino un medio exterior o de relaciones extrínsecas con nebulosas, que la dotan de la función de inserción o de situación, como bordear, cercar o hacer estallar. Una sola ficha del Go puede aniquilar sincrónicamente toda una constelación, mientras que la pieza del Ajedrez no lo puede hacer o lo hace sólo diacrónicamente.
En fin, ambos juegos no poseen el mismo espacio. En el caso del Ajedrez, se trata de distribuir un espacio cerrado, de ir de un punto a otro, de ocupar un máximo de plazas con un mínimo de piezas. En el Go hay que distribuir un espacio abierto, contenerlo, guardar la posibilidad de surgir en cualquier punto. Su movimiento no va de un punto a otro, sino que es perpetuo, sin objeto ni destino, sin salida ni llegada. En otras palabras, espacio liso el del Go, contra espacio estriado del Ajedrez.
Una de las tareas fundamentales del Estado es la de estriar el espacio sobre el que reina, o la de servirse de espacios lisos como de un medio de comunicación al servicio de un espacio estriado. No solamente vencer el nomadismo, sino también, y más generalmente, hacer valer una zona de derechos sobre un todo “exterior”, sobre el conjunto de flujos que atraviesan la totalidad. Por tanto, precisa trayectos fijos, direcciones determinadas que limitan la velocidad, que regulan las circulaciones, que miden en sus detalles los movimientos relativos de objetos y personas.
Tengo para mí que la oposición venezolana ha estado jugando con el Estado al Ajedrez y, aunque ha ganado algunas batallas y hasta dado jaques, hasta ahora va perdiendo el juego. Debe aprender a jugar al Go para ir a otro tipo de acciones, a otro tipo de movimientos, a otro tipo de espacio-tiempo. Mientras eso llega, no estaría demás que llamara a algunos brujos.
Publicado por TalCual el de junio de 2006, pág.
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