Ante las imágenes del asalto al monumento de Colón en el Golfo Triste por la defensa del indio, uno duda de que “el buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo”, como escribió Descartes.
La presencia de América para Europa fue un nuevo e inesperado hecho que condujo, por ejemplo, a la meditación filosófica y teológica por senderos no recorridos hasta ese entonces a fin de comprender la realidad del Nuevo Mundo.
Si dejamos de lado la conocida defensa que hizo del indio, en 1519, Fray Bartolomé de Las Casas (1474-1566) en una célebre polémica con Ginés de Sepúlveda y otros teólogos, en la que se demostró -entre otras cosas- que la infidelidad en materia de religión no debía privar a los pueblos de sus derechos políticos, sin duda el segundo ejemplo paradigmático de lo que apuntábamos arriba sea el caso de Francisco de Vitoria (+1546).
En sus Relectiones Theologicæ De Indis prior y De Indis posterior sive de iure belli (ambas de 1539), F. de Vitoria niega la legitimidad de la conquista, los derechos del soberano español sobre los pueblos conquistados y los derechos del Sumo Pontífice para disponer de los pueblos americanos. Rechaza el derecho fundado en el hallazgo, puesto que los indios tenían señores, y pretender derivar un título justo de dominio del hecho de haber Colón descubierto la América es tan absurdo como si, supuesto el caso de haber sido los americanos quienes hubieran descubierto el Viejo Mundo, pretendiesen aducir, por eso, derechos sobre él. En cuanto a la justicia de dominar a los indios para poder evangelizarlos, el catedrático de Salamanca recuerda que la fe es libre. Estima además necesario refutar el título basado en la voluntaria aceptación por los indios del dominio español, por ser notoria la inexistencia de tal hecho, y, con respecto al argumento de que la conquista era una manifestación de la voluntad divina, quien en sus inexorables juicios condenara, por sus iniquidades, a los indios a la pérdida de la libertad, entregándolos a los españoles, manifiesta que no quiere disputar sobre ello porque sería muy expuesto aceptar a algunos como profetas contra la opinión general y la Sagrada Escritura y sin que se confirme con milagros su espíritu profético.
La doctrina del padre Vitoria es una admirable manifestación de la filosofía del humanismo europeo, a la vez que una muestra del mejor pensamiento latinoamericano que ha sido dejado de lado. Pero los indios de hoy no requieren que los defiendan con argumentos que ya han sido dados hace más de 465 años. Piden, sí, atención de ciudadanos, como otros ciudadanos, que viven en una república del siglo XXI.
carloshjorge@hotmail.comPublicado en TalCual, pág. 14 (Libremente), el viernes 22 de octubre de 2004.
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