Alguien dijo alguna vez que siempre es lo peor de la historia lo que sobrevive. Parece ser que esto es verdad en la satrapía caribeña.
Ramiro Valdés, además de Ministro de Comunicaciones, es cultor uniformado de frases fuertes que prefiere a las declaraciones exactas. Con toda la ignorancia inocente de la ocasión, afirmó el 30 de noviembre pasado ante los que fueron obligados a escucharlo que el Presidente designado por el número uno en julio es “el firme cancerbero de la revolución cubana” y, por ello, el régimen no tiene nada que temer. Yo sospecho que dijo la verdad.
Hijo de Tifón y de Equidna, Cerbero es guardián implacable del Infierno. Feroz can de múltiples cabezas, vigila y defiende el palacio de la diosa Perséfone, reina de los muertos. Si desean pasar en las tinieblas hacia su retiro eterno, las almas de los difuntos deben ofrecerle un bollo.
Cerbero obedece sólo a las divinidades infernales, pero en varias ocasiones abandonó su vigilancia e, incluso, fue sometido por algún intruso. En efecto, Psique lo amansó ofreciéndole tortas de harina y miel; Hermes lo domeñó con el caduceo, su varita mágica; Orfeo lo venció al son de su lira. El duodécimo trabajo de Hércules consistió en llevar ante Euristeo al espantoso can; para ello tuvo que arrastrarlo hasta la superficie de la tierra. Esa tarea muestra no sólo la poderosa fuerza del héroe sino también la victoria de la vida sobre el oscuro mundo de los muertos.
Primer Vicepresidente del Consejo de Estado, Vicepresidente del Consejo de Ministros, Vicesecretario del Politburó y del Comité Central del PCC, Máximo General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias... son las múltiples cabezas de Raúl Castro, el cancerbero de la revolución. No terminó sus estudios, pero para ser carcelero no se requiere mucha ilustración. Tiene fama de duro, y ya se sabe cuán descriptivo puede ser el término en la prisión insular. Si muere el Comandante en Jefe –y debe de ser pronto, pues ya Pinochet lo está esperando en el Infierno-, este otro hombre de cromañón, de acuerdo con el artículo 94 de la Constitución, asume las tareas presidenciales no delegadas.
El pasado Día Mundial de los Derechos Humanos una escuálida manifestación en La Habana de apenas quince valientes y temerarios disidentes, vestidos con una franela que tenía escrita la palabra ‘CAMBIO’, fue salvajemente mordida por una jauría de ¡más de 200! perros falderos, una de las tantas brigadas de choque con que cuenta el oprobioso régimen. Al mismo tiempo, gran parte de la población se dedicaba a ejercicios militares preparatorios “para responder a una agresión enemiga”. Es decir, todo sigue igual en el inframundo revolucionario. El cancerbero está aplicando el silogismo: Si algo es bueno, más de lo mismo debe de ser mejor.
Escribió Simón Rodríguez: “Es libre el pueblo que quiere serlo’ (dicen). El caso es que no siempre lo quiere, y no siempre que lo quiere lo puede”.
¿Querrá el pueblo cubano ser libre? ¿Podrá?
PUBLICADO POR TALCUAL, P.15, EL Jueves 11 de Enero de 2007
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