El orwelliano Ministerio de la Verdad tenía un departamento dedicado al estudio y edición de diccionarios del hablanueva de Oceanía. A su imagen y semejanza, como sacados de la ficción, aparecieron estudiosos e investigadores del género (¿?) que pretenden darle una nueva forma al castellano. No inventan palabras nuevas, que se sepa, sólo a las ya acuñadas, como género, les dan otros usos y nuevas caras. No quieren nada con el viejo idioma con toda su vaguedad y sus inútiles matices de significado.
“Por puro sexismo” -como les gusta decir a los cultores del hablanueva del género- emplean la palabra miembra , por ejemplo, para referirse a una mujer. La verdad es que las palabras tienen género, pero no sexo; y los seres humanos sexo, pero no género. El género de las palabras viene del uso general –tirano de las lenguas- y del origen. Así, sartén se usa en Venezuela como vocablo masculino mientras por otros pagos es palabra femenina. Miembro viene del latino membrum, del género neutro, y pasó al castellano con género masculino, aplicable a los dos sexos.
“Es una regla fundamental de la gramática española la de la concordancia de género”, dicen. Pero deben añadir: la del sustantivo con el artículo y el adjetivo (1ª regla de A. Bello), pues no existe ninguna “regla de oro” que obligue a concordar el género de la palabra con el sexo de la persona a quien se refiere, por ejemplo: Amparo y Consuelo son nombres masculinos que llevan con mucho orgullo y donaire femenino algunas mujeres. Por esta razón una persona puede recibir un título masculino o femenino, aunque no corresponda a su sexo. Hablamos de su Majestad, su Alteza, su Eminencia o su Excelencia al dirigirnos a varones. También decimos de un varón que es periodista, psiquiatra o estratega, aunque la terminación de las palabras sea en –a. Claro que los españoles llaman 'modisto' al hombre que tiene por oficio hacer prendas de vestir y no se quedan de una pieza.
El hablanueva del género no puede concebir colectivos. Sufre de una variante del mal que aquejaba también a Funes el memorioso. incapaz de ideas generales, platónicas. Los colectivos son nombres que significan un conjunto que es visto como una unidad, así ejército, familia y muchedumbre. Pero con frecuencia hacemos uso de nombres en singular, sin ser colectivos, para designar no sólo un individuo, sino en general todos los que constituyen la clase entera a la que conviene ese nombre, por ejemplo: el PERRO es el mejor AMIGO del HOMBRE.
El singular masculino 'hombre' equivale a varón, pero también designa mujeres y varones si es empleado genéricamente. Y no sólo en castellano. Así Ch. Darwin tituló una de sus obras The Descent of Man, and Selection in Relatio to Sex (1871). El capítulo 1 de la primera parte de la obra pasa revista a los testimonios de que el hombre procede de una forma humana inferior. Se entiende: la mujer es divina.
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Publicado por TalCual, pág. 13, con ilustración, el 7 de diciembre de 2004
Publicado nuevamente por TalCual sin ilustración, pág. 13, el 10 de enero de 2005.
Publicado por Imagen Latinoamericana/Editorial el 10 de marzo de 2005.
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