miércoles, 16 de julio de 2008

Moro y Bacon viajan a Utopía




Un rasgo común de todas las grandes utopías, sobre todo de las renacentistas, es su aislamiento frente al mundo. Lo perfecto y ejemplar sólo puede existir realmente a condición de estar clausurado para los extraños y ser prácticamente imposible el acceso y el contacto cultural con sociedades imperfectas e injustas. Tal contacto seguramente sólo tendría como resultado la corrupción y destrucción de la perfecta sociedad utópica, sin que las otras sociedades hubieran mejorado ostensiblemente. Un segundo rasgo común de estas utopías es el inmovilismo, que deriva de la misma idea de la creación utópica. Ésta sólo es posible en la creencia platónica en un ideal absoluto e inmutable

Utopía de sir Tomás Moro (1478-1535) y La nueva Atlántida de Francisco Bacon (1561-1626) son obras fuera de la corriente general del pensamiento político de la Inglaterra de los Tudor y Estuardo.

Opuesto a la guerra y a la tolerancia religiosa, Moro disiente de las tendencias materialistas y absolutas de su tiempo, satiriza los males de la vida social de Inglaterra y describe un país imaginario en donde se halla remedio a tales calamidades. Según él, la raíz de los males de la sociedad se encuentra en la institución de la propiedad privada. Por eso pinta una nueva sociedad donde reina la paz y la abundancia bajo la tutela del comunismo. Con respecto al gobierno, su utopía se desarrolla en el sentido de un Estado nacional, organizado democráticamente, con una autonomía amplia de las entidades locales. Como lo expresa Vespucio en la obra: “Viven sin rey y sin ninguna clase de soberano y cada uno es su propio dueño”.

Utopía es una isla, como Cuba. Se diría que ese “lugar que no hay” es un país superpuesto en el sueño, con el doble perfil prometedor del cuarto creciente, diagrama de la intersección de dos mundos. Un lugar que no hay porque está en dos lugares, en Inglaterra y en América; en dos mundos, el Viejo y el Nuevo, es decir, en todas partes y en ninguna, como el universal deseo utópico.

La utopía de Bacon difiere radicalmente de la concebida por Moro. Alguien la llamó Contrautopía. Bacon parte de la base de los descubrimientos científicos y de la prosperidad material, sin dejarse llevar por un comunismo ético. El esplendor del período de la expansión territorial y de las explotaciones comerciales destruye y ahoga la idea de igualdad. Bacon se inclina por la monarquía fuerte y por una sociedad regular y organizada.

Ambas obras dibujan las imágenes de comunidades ideales a la manera de Platón.


Publicado por Talcual, pág. 19, el miércoles 21 de noviembre de 2007
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