miércoles, 30 de julio de 2008

Elogio del latero

A Giovanni Mauriello

Confieso que ha sido una lástima que el alcalde metropolitano no haya tenido mayor éxito (que se sepa) con el I Congreso de Nómadas, reunido en Caracas el 20 de julio de 2005, para que los trashumantes citadinos deliberaran sobre su propia situación y aprendieran a vivir en comunidad. La idea es digna de figurar no sólo en el criollo "Nuestro insólito universo", sino, y sobre todo, en "Aunque usted no lo crea", de Ripley.

La parábola de los invitados descorteses, narrada por Mateo (22, 2-14), explica el resultado anotado. Brevemente: Un hombre rico preparó un fastuoso banquete en la boda de su hijo. Llegado el día, todos los que habían sido invitados se excusaron por no poder asistir. El hombre, irritado, llama a su criado: "Sal aprisa a plazas y calles de la ciudad, y a los pobres, tullidos, ciegos y cojos tráelos aquí". Como aún quedaban puestos vacíos, envió nuevamente al criado: "Sal a los caminos y cercados, y obliga a entrar, para que se llene mi casa, porque os digo que ninguno de aquellos que habían sido invitados gustará mi cena". Es decir, esta gente de "los caminos y cercados" o "las personas en situación de calle", como quiere la prosa revolucionaria burocrática, sólo asiste si es obligada. Le importa un comino el banquete de la ciudadanía; le importa, por el contrario, la independencia casi absoluta... en sociedad.

Es muy común oponer ciudadanos a menesterosos, indigentes a gente normal. La población desafortunada, apartada de la vida del intercambio social, es imaginada desde fuera con asco. Recordaba G. Bataille que el profundo desgarramiento que opone los diferentes aspectos de la existencia aparece más claramente revelado en la ambigüedad de la palabra "miserable". Después de haber significado "que inclina a la piedad", el término se ha convertido en sinónimo de "abyecto".

Pero el latero miserable es el verdadero "único y su propiedad", del que escribiera Stirner. Recorriendo con prisa las calles para recoger los metales que le permiten vivir con dignidad, carga sobre sus espaldas la libertad tan preciada. No sabemos por qué infortunios estos desheredados tomaron la calle. Pero uno no puede menos que reconocer su pundonor. No se consideran desdichados. Quien mantiene un talante estoico, incluso cuando lo ha perdido todo, posee dentro de sí algo que detenta un valor intrínseco y se hace acreedor de nuestra compasión, cuando menos, y de nuestro respeto.

Después de diez años, los "ciudadanos normales" gobernamos un desastre económico, hemos demolido las instituciones políticas, el caos social reina en todas partes y la confusión ideológica impera. Ante este panorama, ¿quién no añora ser latero?

Artículo publicado por Tal Cual, pág. 21, el miércoles 30 de julio de 2008
JUSTICIA: La magnífica foto del latero equilibrista fue tomada de: farm2.static.flickr.com/1328/1474209964_eca5b...
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