sábado, 26 de julio de 2008

El convidado de piedra

'Como el convidado de piedra' es una alusión que se hace a la estatua del comendador de Calatrava don Gonzalo de Ulloa, personaje de El burlador de Sevilla y convidado de piedra, comedia de Tirso de Molina. Es decir, con esta locución adverbial se pretende significar que alguien está con otros como una estatua: mudo, quieto y grave.

Pero el autor de la famosa comedia no redujo tanto esa significación. En efecto, don Juan Tenorio, que había seducido en Nápoles a la bella Isabela, mata en un lance a don Diego de Ulloa, al intentar éste defender el honor de la hija que ya estaba prometida al duque Octavio. Huyendo, de paso por Sevilla, Don Juan se oculta de sus perseguidores en una iglesia, pero ahí se topa con el sepulcro del asesinado comendador, sobre el que lee el siguiente epitafio: “Aquí aguarda del Señor el más leal caballero la venganza de un traidor”. Para mofarse del muerto, el Tenorio lo invita a una cena a su casa, después de la cual vendría el desafío. No contaba Don Juan con que el muerto se presentara, pero ahí estuvo como estatua de piedra. Pasada la comida, Don Gonzalo invita, a su vez, al “burlador de Sevilla” a una cena con él donde estaba enterrado. “Mañana iré –promete don Juan Tenorio- a la capilla/ donde convidado soy/ porque se admire y se espante/ Sevilla de mi valor”. A la mañana siguiente, cumple el Tenorio la promesa. Cuando llega con sus criados, la cena ya está servida. Alacranes y víboras es el plato principal. Hiel y vinagre, el vino. Antes de retirarse de la mesa, Don Gonzalo le pide al invitado la mano para despedirlo. Aquél se la da. En ese momento, el fuego del infierno que corre por las venas del comendador abrasa al seductor impenitente.

En Venezuela hemos tenido últimamente tres convidados de piedra: Gaviria, Carter y José Miguel Vivanco, director ejecutivo de la División de las Américas de Human Rights Watch. Como en la comedia de Tirso de Molina, no se contentaron los tres invitados con asistir al convite, solamente. Gaviria, pacientemente, obligó a las partes en conflicto a firmar un compromiso de solucionar la crisis política del país por medio de elecciones. Carter propuso el referendo revocatorio y aseguró que éste se producirá. J. M. Vivanco desnudó la situación nacional. “En Venezuela no hay un verdadero acceso a la justicia y hay altos índices de corrupción”, denunció. Pero esto que cualquiera puede aseverar, tiene nombre y apellido. “Las instituciones no pueden someterse a los vaivenes de quien gobierna”, dijo. 

Sólo le faltó añadir: “Quien tal hace, que tal pague”, como en la comedia.

carloshjorge@hotmail.com
Este artículo se publica hoy por primera vez.

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