jueves, 17 de julio de 2008

Corsarios

Pirata, filibustero, bucanero y corsario suelen usarse como sinónimos. Pero como no hay sinónimos, no queda sino aclarar los términos para centrar sus significaciones. 

Bucaneros y filibusteros eran individuos que durante los siglos XVII y XVIII formaron grupos que infestaron el mar de las Antillas, entregados al saqueo de las posesiones españolas de ultramar. Pirata es nombre de muy vieja data. Con este término o nos referimos, en su primera acepción, a aquella persona que, junto con otras de su misma condición, se dedica al abordaje de barcos en el mar para robar. Así, filibustero, bucanero y corsario son piratas, pero no todo pirata es corsario. Corsario es otra cosa. Se dice del buque de propiedad privada, de su capitán y tripulación que, con patente del gobierno, se dedica a la piratería. Es difícil determinar dónde empieza la piratería y dónde termina el corso, que degenera fácilmente en aquélla. Y hay más: el mismo individuo es considerado, a veces, corsario por los suyos y pirata por los enemigos.

A partir de la piratería apátrida sin apoyo gubernamental alguno, que surgió tras el descubrimiento de América, Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas fomentaron la proliferación corsaria que se produjo en la carrera de Indias desde la segunda mitad del siglo XVI y que mantuvo en un estado endémico de guerra marítima irregular o asimétrica al monopolio español en la captura de galeones del tesoro e incursiones a puertos coloniales.

A modo de ilustración recordemos a dos “distinguidos” corsarios ennoblecidos por sus gobiernos que atacaron a Venezuela. El primero, francés, fue un corsario falsificado. En efecto, de una patente vencida y otorgada, además, por un gobernador de la isla de la Tortuga que había muerto antes de la presunta fecha en que fuera otorgada, se valió Francisco Estaban Grammont para organizar una expedición nocturna contra el puerto de La Guaira. Henry Morgan, inglés, fue un superpirata distinguido por el gobierno con el título de Sir. En 1669, con cuatrocientos hombres se introdujo en el lago de Maracaibo. Después de saquear la ciudad, la incendió. Se cuenta que al repartir el botín en Port-Royal, se decían los corsarios: “Basta de combates. Ya somos ricos hasta el fin de nuestros días”... Al año siguiente estaban saqueando Panamá. Como reza un viejo dicho, el tigre pierde las lanas pero no las mañas.

Como en su tiempo fueron bases de corsarios la isla de la Tortuga (francesa) y Jamaica (inglesa), así funciona Tenería, un estacionamiento de la Dirección de Tránsito Terrestre, en Puente Hierro, en donde se reparten el botín recogido durante el día en las correrías por calles y avenidas de Caracas. Se entiende que los buques son camiones equipados con grúas para llevarse los carros particulares mal estacionados. Además de cobrar por el rescate de los automóviles capturados –150 .000 es la tarifa mínima-, estos corsarios terrestres nuestros perciben sueldo, vacaciones, aguinaldo y pensión de vejez como funcionarios públicos. ¡No les llevan nada a los piratas que asolaban nuestras costas!


carloshjorge@hotmail.com
PUBLICADO POR TAL CUAL, PÁG. 15, EL 27 DE OCTUBRE DE 2005
Lector, si me dejas un Comentario, te lo agradezco. Me servirá para la construcción del blog.
Si no lo conoces aún, te invito a que visites carloshjorgeii.blogspot.com

No hay comentarios: