Amigo lector, esta es una de ocho entradas que componen un libro.
En la VI encontrarás el índice.
Empecemos por lo serio. Preguntamos: ¿es del todo
imprescindible hacer una investigación? Umberto Eco señalaba que, a la hora de
tener que presentar un trabajo de grado, una tesis, hay tres modos de proceder:
pagar a alguien para que la elabore, en primer lugar. Si usted, lector, puede
ver que por la prensa se ofrece este tipo de servicios, es porque hay gente que
sigue este camino. Creo que, por esta razón, es obligatoria la defensa, que de otro modo no tendría
sentido, pues el trabajo de grado ha sido ya juzgado a partir de su
presentación escrita. Lo que se
pretende con la defensa es comprobar que el tema y su desarrollo no le son
ajenos al tesista.
Copiar una tesis de otro –Eco recomienda hacerlo lejos de
la institución en la que se solicitará el título, yo aconsejo que sea en otro
país (aunque moralmente no lo sugiero)- es el segundo camino que se puede
seguir para salir del atolladero.
La tercera opción es ponerse a investigar uno mismo, lo
cual es laborioso. Aquí vamos a suponer el tercer caso.
Elección del tema
La primera pérdida del sueño que le llega al (futuro) tesista antes de que se ponga a
investigar es la dificultad de encontrar un tema sobre el cual investigar. Pero la palabra ‘investigar’
viene de ‘in’ y ‘vestigium’. Esto es, ir
tras la ‘huella’, la señal o marca del
pie que deja alguien o algo al caminar. Además de ‘huella’ el término ‘vestigio’ significa ‘ruina’, como en la
expresión ‘aquí hay vestigios de una antigua fortificación’. Para investigar,
entonces, tenemos que buscar huellas, marcas o ruinas que nos permitan empezar
a investigar. Sugiero andar dos vías o tres, si combinamos lo que propongo: la vía
racional (examen de lo estudiado) y el camino emocional: algún autor con quien
nos hayamos identificado o que hayamos detestado. La primera vía debe conducir
a un examen detenido de las materias cursadas en la carrera, sobre todo de las
electivas. Seguramente ahí obtendremos indicaciones valiosas, incluso de
problemas que en su momento nos llamaron la atención. Echarles una ojeada a los
apuntes y obras abordadas no es desancosejable.
El segundo camino es el mismo que el anterior: revisión de
lo estudiado, pero fijándonos en los autores. Algunos autores nos dejan fríos,
pero otros nos estimulan, en un sentido o en otro. Recuerdo lo que contaba el
filósofo argentino León Rozitchner sobre su obligación de presentar dos tesis para
el doctorado en La Sorbona (1960). Eligió según sus sentimientos. La primera
tesis fue sobre Scheler, a quien detestaba: Persona y comunidad. Ensayo sobre la significación ética de
la afectividad en Max Scheler; la segunda, sobre
K. Marx, a quien quería: La
negación de la conciencia pura en la filosofía de Marx.
Esta vía puede ser muy provocativa. Téngalo en cuenta el lector.
El segundo ataque puede alcanzar al tesista desde
el área filosófica. Aunque la Filosofía permite hablar de todo y sobre todo, en
una tesis (académica) filosófica tal extensión de zona está prohibida. Generalmente el
estudiante debe reducirse a lo filosóficamente
tradicional: Lógica, Epistemología y Teoría del conocimiento, Estética, Ética,
Historia de la Filosofía, Metafísica… Así que si usted siente atracción por la
brujería, por ejemplo, la Escuela o Facultad de Filosofía, en principio, le va
a decir que el tema no está permitido. Pero usted no tiene que renunciar a esa
temática si la une a la Filosofía o a algún filósofo que la haya tratado, como
Cornelio Agripa: Tres libros de filosofía
oculta, o Giordano Bruno: De la
magia. De los vínculos en general. Escollo salvado y sueño recuperado. No
hay que olvidar que la magia es el antecedente de la ciencia.
Un tercer ataque a la necesidad
de dormir completo le puede venir desde la vastedad del tema elegido. Podrá
conciliar el sueño si reduce el asunto a un autor o a unos cuantos autores. Una
tesis (académica) de Filosofía no es una obra de erudición, por lo que su tema
debe ser muy limitado. Por ejemplo, J. J. Rosales Sánchez se metió
en los vericuetos del laberinto de la llamada, y muy actual, ‘filosofía de la
mente’. De esta área, eligió el concepto
de ‘experiencia’. Pero así, tomado en general, este concepto le puede consumir
media vida de investigación. Mas él quería elaborar una tesis doctoral y se
decidió por lo que anuncia el título: ¿Conceptual hasta el fondo o no conceptual hasta el tope. Dos tesis
rivales sobre los contenidos de la experiencia. ¿Por qué? El
autor nos lo dice: “(Porque) un muy respetable grupo de filósofos contemporáneos, que
se ocupa de los problemas epistemológicos y de la mente, se ha empeñado en
debatir sobre la conformación de la experiencia perceptiva. Dos tesis rivales
copan la escena del debate filosófico, a saber, aquella según la cual la mente
se vincula con el mundo sólo desde la perspectiva conceptual y otra que
sostiene la primacía de conexión no conceptual con el mundo. Entre estos
extremos, una tercera tesis, quizá mediadora, defiende la coexistencia de las
perspectivas conceptuales y no-conceptuales en la conformación de la
experiencia. Que al resumir el estado de la cuestión a estas pocas líneas se
pueden desfigurar las dimensiones del problema, es un riesgo que se desdibuja
en el desarrollo que este trabajo hace del contexto teórico que lo alimenta”. Y
más adelante especifica: “El examen sobre la naturaleza de los contenidos de la
experiencia que llevamos a cabo, presta especial atención a la obra de John
McDowell por parte del conceptualismo, y a la de Gareth Evans y Fred Dretske
por parte del no conceptualismo. Pero encontrará el lector que, al igual que
McDowell, la presencia y relevancia de la obra de Kant es evidente en estas
reflexiones, pero a diferencia del enfoque del filósofo de Pitsburgh,
encontramos que la doctrina kantiana da lugar a pensar en una referencia al
objeto sin el concurso de concepto alguno. Por supuesto, no reclamamos para
nosotros una genuina interpretación kantiana en detrimento de la que hace
McDowell, en absoluto. De hecho, a pesar de nuestra inspiración kantiana, nos
alejaremos de él en no pocos puntos”. (Véanse estos textos más adelante en El
Anteproyecto, El problema).
Si hace como el profesor J. J. Rosales, amigo tesista, tenga la seguridad de que volverá a recuperar el sueño y Morfeo lo arrullará con su lira.
Fuentes primarias y secundarias
Si me ha seguido, lector, tenemos ya resueltos los
siguientes problemas: área filosófica, tema y autor. Llegados a este punto es
preciso distinguir entre fuentes primarias y secundarias.
Por fuente primaria se entiende toda la producción de un
autor o de los autores elegidos y que servirá de base del trabajo de grado. Y en este asunto hay que tomar una
decisión que puede afectar la profundidad y la extensión de su investigación.
Por ejemplo, si usted estuviera interesado en investigar sobre el concepto de
‘el otro’ en Sartre, debe decidir si va a tomar como fuentes primarias toda la producción sartreana, que es
mucha, o solamente El ser y la nada,
de 730 páginas en su edición original en francés, o El ser y la nada y sus obras de teatro, en donde el concepto está
mucho mejor bordado. En este caso, la decisión
afectará el tiempo de la investigación.
Ahora bien, si usted eligió un tema como el siguiente: ‘El concepto de phrónesis de
Aristóteles en la propuesta hermenéutica de Hans-Georg Gadamer. Un
análisis de la actualidad hermenéutica del
Estagirita en el capítulo 10 de Verdad y
método’, entonces tendrá que hacerle
frente al problema opuesto: fuente de poco caudal, lo que
significa que el capítulo elegido tiene apenas una veintena de páginas y habría
poco líquido para beber. Si cambiamos esta metáfora por otra, tiene escasa tela
para elaborar el traje; por tanto, deberá decidir qué tipo de traje confecciona
o si lo va a coser con remiendos de otras telas. Eso le sucedió a Gerardo Pérez
Herrera, que elaboró, presentó y defendió exitosamente su tesis titulada Aproximación a la noción de verdad del primer Nietzsche. El autor
tuvo que echar mano de otros conceptos de verdad, pues él solamente analizó el
escrito del filósofo de Röcken titulado Sobre
la verdad y mentira en sentido extramoral (1883), escrito de una veintena
de páginas.
Por
fuente secundaria vamos a suponer toda la información: libros, artículos,
apuntes de conferencias o clases… que no constituye la base de la tesis, pero
que usted requiere para moverse sobre esa base cual sobre pista de hielo. En
ella se va a deslizar, saltar, correr, hacer piruetas, elaborar figuras, girar
y realizar acrobacias… Como usted sabe, el patinaje artístico sobre hielo consiste en
interpretar una pieza musical patinando sobre una superficie muy lisa y… ¡muy
dura y fría! Los elementos antes enumerados son valorados por unos jueces que
siguen un código de puntuación que tiene en cuenta tanto el aspecto técnico y
atlético de la actuación como la interpretación artística. Esta comparación,
lector, perfectamente puede usted aplicarla a su desempeño en la confección,
presentación y defensa de su tesis.
Hay dos tipos de fuentes secundarias. El primer tipo lo constituyen aquellas obras (grandes o pequeñas) que tratan directamente el asunto que usted aborda. Estas obras, en general, van a ser consideradas en el Estado de la cuestión que veremos en el capítulo 4. Pero, seguramente, usted va a necesitar otras obras que tocan el tema indirecta o tangencialmente. Por ejemplo, es muy posible que si usted escribiera una tesis, como Maigualida Scott, titulada La mujer, entre objeto y persona. Análisis de la visión de lo femenino por Simone de Beauvoir, debería tener más información sobre ‘lo femenino’ que la que encontraría en el análisis filosófico del Segundo sexo de Simone de Beauvoir, punto neurálgico de la investigación. En otros términos, usted requeriría información sobre ‘la mujer en la historia’, ‘la mujer como punto de referencia en la obra de diferentes autores’ y ‘la mujer latinoamericana en la actualidad’, que conforman algunos capítulos de la tesis de esta inteligente y estudiosa alumna.
Cuando usted haya decidido sobre las fuentes primarias y
secundarias que empleará, lo que resta es reunirlas. No necesita tenerlas
todas. Es más, a lo largo de la investigación seguramente surgirá la necesidad
de profundizar en alguna idea o tema no previsto que lo conducirá a realizar un
nuevo acopio de información.
Es conveniente que registre en fichas lo que vaya
encontrando a medida que realiza la investigación, esto es, en la lectura de
las obras elegidas, pues toda investigación filosófíca es documental, y este autor no
conoce ninguna tesis de Filosofía que no lo sea.
Distingo dos tipos de fichas: a) las de AUTOR/ obra y b) las de TEXTO/autor. Considerémoslas
separadamente.
En una ficha de AUTOR/obra –generalmente, yo empleo cartulinas de 3 x 5”- deben registrarse el Apellido y nombre del autor, Título de la obra, con toda la información adicional sobre Edición (quién edita, dónde y cuándo lo hace), cantidad de páginas, o sobre su procedencia: apuntes de clase, conferencia… Aquí van algunos ejemplos.
1.
Libro publicado:
ROSALES Sánchez, Juan José
Filosofía y
transformación social. Reflexiones en torno a
sociedad y civilización en Simón Rodríguez.
Fondo Editorial de Humanidades y Educación, Universidad
Central de Venezuela, Caracas, 2014. Pp.189.
2.
Artículo publicado:
ROSALES SÁNCHEZ, Juan
“Sociedad y poder político en Simón Rodríguez” en Lógoi, Revista de Filosofía n° 9,
Universidad Católica Andrés Bello, semestre enero-junio de 2006, Caracas, pp.
25-51.
3.
Tesis no publicada:
LEAL, Henry Jesús
Identidad significativa y oposición en la proposición categórica con cuantificación múltiple
Trabajo de Postgrado para optar al Grado de Magíster en Filosofía. Mención Teoría de la Argumentación, UCAB, Caracas, 2011.
Las fichas
de texto –yo acostumbro usar cartulinas de 6 x 4 “- son de tres clases, a saber: a) textuales, b)
comentarios personales y c) mixtas. Cada una de ellas llevará a la derecha un título (numerado, si hubiera más de
una).
a) Conviene que los textos se registren con gran exactitud, porque seguramente usted no volverá a leerlos. Cuando haga una
transcripción, procure que sea literal, en primer lugar, y en el orden en que
aparece en el original. Si elimina algún fragmento, indíquelo mediante puntos suspensivos entre guiones
diagonales: /…/ o paréntesis (…). En la ficha debe aparecer el autor, la obra y
la página o páginas de donde se hace la transcripción.
b) Le será muy útil anotar en fichas todas las reflexiones que vaya haciendo
sobre su tesis. Es aconsejable que tenga a mano todo el tiempo una pequeña
libreta para dejar constancia de esas ideas que, de otro modo, olvidará. La
ficha también debe tener un rótulo.
c) La ficha mixta registra textos de otros (autor, obra y ubicación) y algún
comentario que le sugiere a usted el pasaje transcrito. Conviene diferenciar
los textos ajenos de los comentarios propios, por ejemplo, poniendo al lado de
estos últimos sus iniciales (CHJP, iniciales de este autor).
Como ha comprobado el lector, yo empleo fichas de cartulina en sus investigaciones, pero hoy se pueden usar fichas electrónicas. Sergio Ramírez, alumno del Seminario de Trabajo de Grado de la Escuela Filosofía de la Uhttps://gingkoapp.com
CAB, nos ha proporcionado las siguientes aplicaciones, de las que han hecho muy buen uso otros estudiantes como él. He aquí las aplicaciones para investigación (fichas) que pone a su alcance:
https://keep.google.com
“Yo trabajo también –nos dijo Sergio Ramírez- con docs.google.com que es como un Word on line usando la plataforma de Gmail, y en él empleo el complemento de easybib, que me facilita la recuperación de citas y referencias:
http://www.easybib.com/”
Para terminar el punto, me hago la pregunta que
seguramente, si es estudiante de pregrado, usted me haría: ¿en cuánto tiempo se
puede hacer una investigación? Mi respuesta para usted es: en 90 días. Eso sí,
tiene que investigar de lunes a domingo y al final de cada sesión deberá
elaborar las fichas de las que venimos de hablar.
Tenemos que preguntarnos, antes de seguir, qué entender por método. Simón Rodríguez (1769-1854) respondió muy claramente esta pregunta pues él les planteó un método pedagógico a los gobiernos de América, que deberían aplicar si querían ascender a los habitantes de sus repúblicas a la categoría de ciudadanos. A su manera, escribió el “Sócrates de Caracas”:
METODO … (por el camino)
es decir … por el UNICO, o por el MEJOR que haya,
es una SUCESIÓN de ACCIONES, puestas en el orden que pida
la
ejecución de una OBRA MATERIAL o MENTAL
(OC, t. II, 20).
La definición transcrita señala claramente que tener un
método es tener un camino -el camino-
para llegar a un cierto lugar, para alcanzar un fin propuesto de antemano como
tal. En este sentido el método se contrapone a la suerte y al azar, pues ante
todo es un orden que viene determinado, pedido
-término que le gustaba a Rodríguez- por el objeto del método. Pudiéramos decir
que es una relación dialéctica la que se establece entre los dos términos, relación
que se formularía, muy esquemáticamente, de este modo: todo método lo es para
un objeto, como todo objeto lo es de su método.
La cuestión del método, como se sabe, es trascendental para
clarificar las cuestiones básicas de la Filosofía y de la ciencia. No se trata
de un aspecto accesorio y externo al objeto de estudio. Tampoco puede ser
validado fuera del objeto científico para el cual es método, camino. El tipo de
realidad que se espera alcanzar o conocer determina la estructura del método a
seguir, por lo que sería un error -o más bien, sería ir por el camino
equivocado- el instituir y aplicar un método inadecuado a su objeto. Desde este
punto de vista puede decirse que la Matemática no tiene el mismo método (o los
mismos métodos) que la Física, y que ésta no tiene, o no debe tener, los mismos
métodos que la Historia, etc.
Por otra parte hay que señalar que ha sido una aspiración
muy común de todos los filósofos la de hallar un método universal aplicable a
todas las ramas del saber y en todos los casos posibles, método que cabe
relacionar con el ideal de un lenguaje universal. Es, en este sentido, como se
entenderá el método que Simón Rodríguez le propondrá al “Gobierno… o el que
Manda, sea lo que fuere” (id., p. 31). La posibilidad de que su método fuera
usado y aplicado por cualquiera (“que Manda”) es una condición que ya había
sido establecida con toda claridad por Descartes, cuando en su Discurso del método indicaba que las
reglas metódicas propuestas eran reglas de invención o de descubrimiento que no
dependían del talento individual.
Pero volvamos a la definición propuesta por Rodríguez y
constataremos su actualidad. El concepto de método propuesto por el filósofo
caraqueño abarca varios aspectos. Veámoslos.
a) Es un camino, esto es, una vía para ir a un lugar
determinado. Esta imagen topológica no es gratuita. El lugar a donde se pretende
llegar pide -como ya queda dicho- el camino que debemos tomar; lo que no quita
que, en un determinado momento, tengamos que cambiar de vía, pues, como muy
bien señala Rodríguez, un objeto –esto es, un “lugar”- puede tener un camino
“ÚNICO”, pero también puede presentar alternativas y solamente andando sabremos
cuál es “EL MEJOR”.
b) Es un proceso de ordenamiento de la actividad para
alcanzar el fin propuesto. Además de teleológico, todo método es proceso y es
orden de acciones, orden que viene “pedido”, exigido por la obra que se
pretende ejecutar. Pero no se trata de cualquier orden, no es cualquier sucesión
de acciones, sino que método es una “SUCESION DE ACCIONES, puestas en el orden
que pide la ejecución de una obra MATERIAL o MENTAL”. El lector puede observar
aquí la tensión que se produce entre el objeto que determina el orden de la actividad
y el sujeto que ejecuta, que actúa para apropiarse el objeto. Como dice Simón
Rodríguez en otro lugar (OC, I, 359),
“Estar en orden necesario o determinado es estar en El órden: haber estado i no
estar en El órden, es estar fuera del orden”. En otras palabras, lo que
establece el orden de las acciones es la necesidad de la obra.
c) Todo método es un proceso en el tiempo, no solamente un
conjunto de procedimientos; es una “sucesión de acciones”, aunque las acciones
siempre están en orden, porque siempre
van unas después de otras. Pero ese ir “unas después de otras” también viene
establecido por el objeto de la ejecución cuando nos referimos al método. Las
acciones no deben venir “antes de tiempo” ni “fuera de tiempo”. Es decir, las acciones
metódicas no deben ser inesperadas ni azarosas ni fortuitas. Las acciones metódicas
deben ocupar el lugar que les corresponde en el tiempo, lo cual supone que deben
ajustarse a un plan, a un determinado control y a cierta previsión.
d) Del carácter teleológico del método, dice Simón
Rodríguez: “No es tan difícil ver si las cosas o las acciones están en su
orden, como lo es descubrir el fin con que las acciones concurren — prever los
efectos de su concurrencia — i las consecuencias que puedan tener los efectos”
(id., p. 362).
e) Todo método es actividad, es un hacer haciéndose, por lo
que no se lo puede desligar del objeto sobre el que actúa. No hay algo así como
un ‘hacer general’. Por eso Simón Rodríguez ligó su método a la propiedad, a la
libertad, a la educación, a la vida de los americanos que venían de concluir la
guerra de independencia y estaban constituyendo las nuevas Repúblicas. A los
que tenían poder para operar sobre los nuevos objetos políticos, les ofreció su
método. Simón Rodríguez sabía que si los americanos deseaban vivir en
república, tenían que aplicar un conjunto de acciones nuevas como nuevo era el
hecho republicano; tenían que adoptar una posición distinta del lugar que
habían ocupado cuando vivían en monarquía, esto es: vivir en república, en
América, determinaba la elección de un camino no andado por nadie, un camino
por el que, “con guía por delante, y abriendo tantos ojos, se pierde el más
advertido” (OC, I, 239).
f) Y es que adoptar un método es comprometerse y compromete. Aunque hemos hablado del método como instrumento de validez universal, sólo es así en un cierto nivel, pues la adopción de un método “compromete” en un cierto modo y con un cierto resultado. Por eso, como ya queda señalado, en la práctica real hay una tensión entre el objeto de conocimiento y el método científico. El trabajo concreto científico de aprehender su objeto se expresa en esa tensión, tensión que obliga a desarrollar un complejo de líneas de trabajo. Cuando el método se enfrenta con un problema y no está en capacidad de solucionarlo, el investigador está obligado a ir a otro complejo de búsquedas que culminará en un resultado teórico científico. Mas el conocimiento teórico se alcanza como producto del procedimiento práctico científico, que es el método. De donde ciencia y método están imbricados, íntimamente articulados.
El manual del Diseño
del Proyecto y Trabajo de Grado de
la UCSAR señala dentro del “GLOSARIO” del módulo A, p.18-20, los diferentes
tipos de investigación que le deben servir de guía orientadora al tesista.
Transcribimos la definición de algunos términos que tomamos de un pasaje muy
ilustrativo:
Hipótesis: Proposición que expresa una solución tentativa,
racional y verificable de un problema científico. Las hipótesis son necesarias
en la investigación científica porque orientan sobre los datos que deben
recogerse. Tipos de hipótesis: a) Según el grado de generalidad: universales y
existenciales; b) Según su función metodológica: generales, específicas y
operacionales; c) Según su nivel de medición: cualitativas y estadísticas.
(Morles, V. 1992, p. 51).
Investigación Aplicativa: Su objetivo central está en proveer tecnologías o
esquemas de acción derivados de los conocimientos teóricos (…) (Padrón, J.
1998, p. 2).
Investigación de Campo: Se entiende por investigación de campo, al análisis sistemático
de problemas de la realidad con el propósito bien sea de describirlos,
interpretarlos, entender su naturaleza y factores constituyentes, explicar sus
causas y efectos, o predecir su ocurrencia, haciendo uso de métodos
característicos de cualquiera de los paradigmas o enfoques de investigación
conocidos o en desarrollo (UPE, 2002, p.5).
Investigación Constrastiva (sic, ¿contrastante?): Se parte de la necesidad de buscar los errores de
las teorías, con el objeto de desecharlas, reajustarlas o incrementar su
verosimilitud. Su objetivo central está en proveer contra-pruebas a una teoría
previamente construida o, en su defecto, en proveer argumentos a favor (…).
(Padrón, J. 1998, p. 2).
Investigación Descriptiva: El objetivo central de estas investigaciones está en
promover un buen registro de los tipos de hechos que tienen lugar dentro de esa
realidad y que la definen o caracterizan
sistemáticamente. (Padrón, J. 1998, p. 2).
Investigación Explicativa: Parten de descripciones suficientemente exhaustivas
de una cierta realidad bajo estudio y de la necesidad de conocer por qué
ciertos hechos de esa realidad ocurren del modo descrito, es decir, de la
necesidad de encontrar ciertas relaciones de dependencia entre las clases de
hechos que fueron formuladas (…). El objetivo central de estas investigaciones
consiste en proveer modelos teóricos (explicativos, abstractos, universales,
generales) que nos permitan elaborar predicciones (...). (Padrón, J. 1998, p.
2).
Investigación Evaluativa: El objeto de la investigación evaluativa es medir
los efectos de un programa por comparación con las metas que se propuso
alcanzar, a fin de contribuir a la toma de decisiones subsiguientes acerca del
programa y para mejorar la programación futura. (Weiss, C. 1987, p.16).
Proyecto Factible: Consiste en la investigación, elaboración y
desarrollo de una propuesta de un modelo operativo viable para solucionar problemas,
requerimientos o necesidades de organizaciones o grupos sociales, puede
referirse a la formulación de políticas, programas, tecnologías, métodos o
procesos. El Proyecto debe tener apoyo en una investigación de tipo documental,
de campo o un diseño que incluya ambas modalidades (UPEL, 2002, p. 7).
Investigación Documental: Es el estudio de problemas con el propósito de
ampliar y profundizar el conocimiento de su naturaleza, con apoyo,
principalmente en trabajos previos, información y datos divulgados por medios
impresos, audiovisuales o electrónicos. La originalidad del estudio se refleja
en el enfoque, criterios, conceptualizaciones, reflexiones, conclusiones,
recomendaciones y, en general, en el pensamiento del autor (UPEL, 2002, p. 6). (…)
Investigación Exploratoria: Se efectúa normalmente cuando el objetivo es examinar un tema o problema de investigación poco estudiado o que no ha sido
abordado antes; es decir, hay pocas evidencias o estudios relacionados con el
tema y es necesario investigar con mayor profundidad (IVEPLAN, 2000).
Investigación histórica: La investigación histórica trata de la experiencia
pasada, se aplica no sólo a la historia sino también a las ciencias de la
naturaleza, al derecho, la medicina o cualquier otra disciplina científica.
En la actualidad, la investigación histórica se presenta
como una búsqueda crítica de la verdad que sustenta los acontecimientos del
pasado (Magro Ramírez, M.; Fernández de Caraballo, M. y Meza, M. 2002, p. 41).
Investigación Participativa: es una combinación de investigación,
educación-aprendizaje y acción, ella tiene como objeto conocer y analizar una
realidad en sus momentos constitutivos: 1) Los procesos, los problemas; 2) La
percepción que las personas tienen de ellos y 3) Las experiencias vivenciales
dentro de la situación social concreta con el fin de emprender acciones
tendientes a cambiar esa misma realidad (Cendales, L. s/f, p. 56).
A la luz de lo
transcrito, es imperativo hacer la distinción entre métodos externos e internos. El Diseño, al referirse a la investigación
de hipótesis, a la aplicativa, a la investigación de campo, a la constrastiva (sic), a la descriptiva, explicativa,
evaluativa, al proyecto factible, a la investigación documental, a la
explicativa, a la histórica y a la
participativa, simplemente está enumerando la característica más general de una
investigación, pero nada dice sobre el cómo
se hace. Y, en este sentido, todos estos calificativos describen métodos
externos, exteriores al objeto de conocimiento. Y a usted, lector, le urge
averiguar sobre los métodos con los cuales va a construir el objeto de
conocimiento que su tesis pretenderá exponer. Por eso vamos a hablar de métodos
internos generales y métodos internos especiales.
“En fin, ¿qué propongo?”, me preguntaba en los Modos de presentar una tesis filosófica
allá por febrero de 2011. Y contestaba y contesto: en primer lugar, propongo un
método. Y el método que propongo no es sociológico, psicológico ni histórico...
Es decir, no es el método que seguirían la Sociología, la Psicología o la
Historia, aunque de vez en cuando no está prohibida la piratería en esas aguas,
sobre todo si se requieren aportaciones de cualquiera de estas ramas del saber.
Propongo un método auténticamente filosófico, esto es, aquel “cuyo punto de
partida es aquello precisamente en cuya busca se va”, como quiere F. Savater.
Nada más estéril ni nocivo para la Filosofía que el remedo
de los métodos inductivos de las ciencias. Y es que el filósofo no debe fingir
que no sabe a dónde va a llegar. La filosófíca no es una pregunta formulada a
manera de hipótesis, que se va esclareciendo por tanteos sucesivos hasta quedar
completamente contestada en la conclusión de la obra emprendida. Para la Filosofía,
la pregunta es una conclusión esencial de la que se parte y que en el
desarrollo de sus múltiples implicaciones y problemas se va volviendo más y más
compleja. La conclusión de la obra, entonces, sin dejar de ser conclusión, debe
convertirse en la última y definitiva cuestión.
El científico empírico no sabe a dónde va a llegar. Los
investigadores que encontraron una propiedad muy lucrativa del citrato de
sildenafilo en 1998 para Pfizer –‘Viagra’ es la marca de medicamentos más
famosa del mundo- en los años 80 hacían experimentos para mejorar el flujo de
sangre al corazón. Pero el filósofo no sabe a dónde ha llegado. De aquí la
diferencia de sus actitudes. Las expresiones del científico para dar cuenta de
sus hallazgos son ‘en mi opinión’, ‘si no me equivoco’… expresiones que señalan
la natural cautela de quien se somete a la aportación de nuevos datos o a la
confrontación con una teoría que los coordine de forma más económica y
completa. Los ‘en-mi-opinión’ de un filósofo son testimonios de hallazgos que
reflexivamente convertirá en nuevas búsquedas. Cada uno de ellos es foco
irradiador de preguntas que agrandan el mapa filosófico de la investigación.
El método filosófico, cualquiera sea el modo de expresión
que se adopte y de lo que se hablará más adelante, debe ser
expositivo-argumentativo, en primer lugar. La exposición es considerada como la
manifestación abstracta de la realidad representada, a la manera de la
descripción que se destina a la representación de la realidad concreta. Ideas,
pensamientos, opiniones y reflexiones de carácter abstracto constituyen el
contenido de la exposición, que sigue la misma disposición acumulativa de la
descripción. En otras palabras, lo que a lo sensible corresponde la
descripción, la exposición atañe a lo abstracto.
En líneas generales, la exposición se nos presenta como un
conjunto de ideas encadenadas de una manera sólida con una relación lógica
entre ellas. Como forma discursiva, se puede ver de manera fragmentada o
formando parte de un texto más amplio. Exponer es explicar con claridad y orden
ideas sobre un determinado tema, mostrando sus diferentes aspectos. Por ello,
en la exposición se hacen presentaciones, comparaciones y clasificaciones; se
define, ilustra o contrasta; en ella relacionamos, ejemplificamos y concluimos.
De lo cual se deduce que el expositor requiere gran conocimiento del tema; de
lo contrario, hablará de lo que no sabe. Y eso se detecta rápidamente.
Los maestros del género suelen recurrir a un lenguaje que
no solo es correcto sino que también es variado y ameno. Importa, sobre todo,
al escribir un texto expositivo que los lectores lo entiendan fácilmente, pero
también que, además de claro, les resulte interesante.
Para ello, el tesista ha de considerar que una buena
exposición ha de someterse a ciertas condiciones En primer lugar, ha de
delimitar claramente el asunto, mostrando, al mismo tiempo, su alcance. Después
deberá considerar el interés que pueda provocar por la novedad, actualidad u
originalidad del tratamiento. Por ninguna razón expulsará todo el material de
una vez. Es aconsejable, más bien, entregarlo siguiendo un plan o guion
predeterminado en el que se contemplen los pasos que se habrán de andar. La
coherencia, mediante la integración de las ideas; lo ordenación lógica y clara
de los datos que se quieren transmitir de acuerdo con el propósito del
discurso; la claridad, a través de explicaciones y ejemplos; la exactitud de
las informaciones y la precisión y adecuación de las palabras al contenido
desarrollado, junto con el rigor expresivo, son algunas de las cualidades
requeridas por la exposición.
Pero, ante todo, a la hora de exponer hay que ir definiendo
los términos que se utilizan. Serán las categorías claves del razonamiento.
Porque en Filosofía, la exposición viene siempre acompañada de la
argumentación, su hermana gemela. Nunca se separan porque cada una se ve reflejada
en el rostro de la otra. Como se dijo, la exposición, en líneas generales, se
nos aparece como un conjunto ordenado de ideas encadenadas de una manera sólida
sin el propósito de querer defender la verdad ni de mostrar con razones el
pensamiento expresado. Su hermana gemela se encargará de aportar hechos y
razones que tratan de avalar y defender el planteamiento, la tesis, la idea o
la simple opinión que su otra hermana ha expuesto. La exposición y la
argumentación se relacionan entre sí de tal manera que, mientras una informa,
la otra trata de persuadir o convencer a alguien de la propuesta establecida.
Generalmente, en un texto argumentativo las ideas se
distribuyen de la siguiente manera: 1) presentación de la cuestión con el
análisis de los antecedentes y el señalamiento de la situación actual; 2)
planteamiento detallado y desarrollo de los hechos complementarios, con datos y
explicaciones que fundamentan el tema; 3) aportación de soluciones y de
posibilidades que contribuyan a demostrar de manera objetiva el planteamiento
hecho; 4) crítica de otras soluciones o argumentaciones empleadas en el tema; y
5) conclusiones.
¿Cuáles son los componentes esenciales de la secuencia
argumentativa?, preguntemos. Podemos responder apuntando que una secuencia
argumentativa presupone la presencia de dos interlocutores, cuando menos; pero,
en principio, no hay que imaginar otros personajes. De manera real, el tesista
propone y razona, el lector entiende y critica. También hay que señalar que la
secuencia está integrada por tesis y argumentos, que constituyen su estructura.
Y la forma adoptada podrá ser deductiva o inductiva.
Otros componentes de la argumentación son la regla general,
por un lado, que se basa en una creencia o en un supuesto más o menos
compartido por el conjunto de miembros de la comunidad a la que pertenece el
argumentador.
Hay que añadir a la
regla general las fuentes, base de la información transmitida para dar validez
a los datos que justifican la tesis. Estas fuentes suelen aparecer mediante
referencias y citas de autoridad, pues aprobarán, también, nuestra opinión que
disfruta del aval de expertos de reconocido prestigio en el asunto tratado.
Por último, no está de más que el tesista guarde alguna
reserva para dar consistencia a las consecuencias derivadas de los argumentos
esgrimidos.
A continuación el lector puede constatar en la escritura de Santo Tomás de Aquino (2001) la aplicación del método expositivo-argumentativo para demostrar la existencia de Dios. La estructura general que aplica el Aquinate es: 1) Tesis formulada a manera de pregunta; 2) Objeciones en contra; 3) Argumento a favor; 4) Sus argumentos que coinciden con el argumento a favor y lo amplían; 5) Sus argumentos contra las objeciones en contra. Observe también el lector qué uso hace el santo del método de autoridad –un método especial del que se habla más abajo- como fundamento de la verdad que expone: Éxodo, Metafísica de Aristóteles y el Enchiridion de San Agustín
ARTICULO 3
¿Existe o no existe Dios?
Objeciones por las que parece que Dios no existe:
1. Si uno de los contrarios es infinito, el otro
queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con el nombre Dios al darle el
significado de bien absoluto. Pues si existiese Dios, no existiría ningún mal.
Pero el mal se da en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe.
2. Más aún. Lo que encuentra su razón de ser en pocos
principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo que existe en el mundo, y
supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros principios;
pues lo que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es
intencionado lo encuentra en la razón y voluntad humanas. Así, pues, no hay
necesidad alguna de acudir a la existencia de Dios.
En cambio está lo que se dice en Éxodo 3,14 de la persona de
Dios: Yo existo.
Solución. Hay que decir: La existencia de Dios puede ser probada
de cinco maneras distintas. 1) La primera y más clara es la que se deduce del
movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay
movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a
no ser que en, cuanto potencia, esté orientado a aquello por lo que se mueve.
Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la
potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en
acto. Ejemplo: El fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia
caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es
posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo
lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no
puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia
frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o
que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro.
Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y
éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se
llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores
intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un
bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario
llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.
2) La segunda
es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo
sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es
posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí
mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder
indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es
causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto
que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas
eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la
intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este
proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría
efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto,
es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios.
3) La tercera es la que se deduce a partir de lo
posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o
no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es
posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a
tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad
de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí
mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero
si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no
empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es
imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto
es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que
es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en
otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios
se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como
quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es
preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su
necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás.
Todos le dicen Dios.
4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que
encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la
nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero
este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o
menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al
máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y,
en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas,
son seres máximos, como se dice en II Metaphys. 7. Como quiera que en cualquier
género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género — así
el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se
explica en el mismo libro 8—, del mismo modo hay algo que en todos los seres es
causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos
Dios.
5) La quinta se deduce a partir del ordenamiento de
las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los
cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando
cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce
que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las
cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por
alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo
tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin.
Le llamamos Dios.
Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Escribe
Agustín en el Enchiridio : Dios, por ser el bien sumo, de ninguna
manera permitiría que hubiera algún tipo de mal en sus obras, a no ser que, por
ser omnipotente y bueno, del mal sacara un bien. Esto pertenece a la infinita
bondad de Dios, que puede permitir el mal para sacar de él un bien.
2. A la segunda hay que decir: Como la naturaleza obra por un determinado fin a partir de la dirección de alguien superior, es necesario que las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a su primera causa. De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario reducirlo a alguna causa superior que no sea la razón y voluntad humanas; puesto que éstas son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido a cambio y posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente necesario, tal como ha sido demostrado (sol.)
Suma de Teología, parte I, q.2. Madrid: BAC (Edición dirigida por los Regentes de Estudios de las Provincias Dominicanas en España. Reimpresión de la 4ª edición).
El segundo método general más propio de la Filosofía es el analiticosintético.
Desde un punto de vista lógico,
analizar significa descomponer un todo en sus partes constitutivas para un
examen detenido de cada una de ellas. La actividad opuesta y complementaria es
la síntesis, que en lo esencial consiste en la exploración de relaciones entre
las partes estudiadas y en la reconstrucción de la totalidad, antes desarticulada.
Sirva lo dicho tan someramente porque más adelante se ampliará a satisfacción
del lector. (Para ilustrar el análisis remitimos al tesista a las
páginas 13 a 15 donde se desmenuza la definición de ‘método’ dada por Simón
Rodríguez).