miércoles, 26 de abril de 2023

La tesis filosófica de grado o postgrado (II)

 Amigo lector, esta es una de ocho entradas que componen un libro.

En la VI encontrarás el índice.

Capítulo 1

LA INVESTIGACIÓN

 

Empecemos por lo serio. Preguntamos: ¿es del todo imprescindible hacer una investigación? Umberto Eco señalaba que, a la hora de tener que presentar un trabajo de grado, una tesis, hay tres modos de proceder: pagar a alguien para que la elabore, en primer lugar. Si usted, lector, puede ver que por la prensa se ofrece este tipo de servicios, es porque hay gente que sigue este camino. Creo que, por esta razón, es obligatoria la defensa, que de otro modo no tendría sentido, pues el trabajo de grado ha sido ya juzgado a partir de su presentación escrita. Lo que se pretende con la defensa es comprobar que el tema y su desarrollo no le son ajenos al tesista.

Copiar una tesis de otro –Eco recomienda hacerlo lejos de la institución en la que se solicitará el título, yo aconsejo que sea en otro país (aunque moralmente no lo sugiero)- es el segundo camino que se puede seguir para salir del atolladero.

La tercera opción es ponerse a investigar uno mismo, lo cual es laborioso. Aquí vamos a suponer el tercer caso.

 

Elección del tema

 

La primera pérdida del sueño que le llega al  (futuro) tesista antes de que se ponga a investigar es la dificultad de encontrar un tema sobre el cual investigar. Pero la palabra ‘investigar’ viene de ‘in’ y  ‘vestigium’. Esto es, ir tras la ‘huella’, la señal  o marca del pie que deja alguien o algo al caminar. Además de ‘huella’ el término  ‘vestigio’ significa ‘ruina’, como en la expresión ‘aquí hay vestigios de una antigua fortificación’. Para investigar, entonces, tenemos que buscar huellas, marcas o ruinas que nos permitan empezar a investigar. Sugiero andar dos vías o tres, si combinamos lo que propongo: la vía racional (examen de lo estudiado) y el camino emocional: algún autor con quien nos hayamos identificado o que hayamos detestado. La primera vía debe conducir a un examen detenido de las materias cursadas en la carrera, sobre todo de las electivas. Seguramente ahí obtendremos indicaciones valiosas, incluso de problemas que en su momento nos llamaron la atención. Echarles una ojeada a los apuntes y obras abordadas no es desancosejable.

El segundo camino es el mismo que el anterior: revisión de lo estudiado, pero fijándonos en los autores. Algunos autores nos dejan fríos, pero otros nos estimulan, en un sentido o en otro. Recuerdo lo que contaba el filósofo argentino León Rozitchner sobre su obligación de presentar dos tesis para el doctorado en La Sorbona (1960). Eligió según sus sentimientos. La primera tesis fue sobre Scheler, a quien detestaba: Persona y comunidad. Ensayo sobre la significación ética de la afectividad en Max Scheler;   la segunda, sobre K. Marx, a quien quería: La negación de la conciencia pura en la filosofía de Marx. Esta vía puede ser muy provocativa. Téngalo en cuenta el lector.

El  segundo ataque puede alcanzar al tesista desde el área filosófica. Aunque la Filosofía permite hablar de todo y sobre todo, en una tesis (académica) filosófica tal extensión de  zona está prohibida. Generalmente el estudiante debe reducirse a lo filosóficamente tradicional: Lógica, Epistemología y Teoría del conocimiento, Estética, Ética, Historia de la Filosofía, Metafísica… Así que si usted siente atracción por la brujería, por ejemplo, la Escuela o Facultad de Filosofía, en principio, le va a decir que el tema no está permitido. Pero usted no tiene que renunciar a esa temática si la une a la Filosofía o a algún filósofo que la haya tratado, como Cornelio Agripa: Tres libros de filosofía oculta, o Giordano Bruno: De la magia. De los vínculos en general. Escollo salvado y sueño recuperado. No hay que olvidar que la magia es el antecedente de la ciencia.

Un tercer ataque a la necesidad de dormir completo le puede venir desde la vastedad del tema elegido. Podrá conciliar el sueño si reduce el asunto a un autor o a unos cuantos autores. Una tesis (académica) de Filosofía no es una obra de erudición, por lo que su tema debe ser muy limitado. Por ejemplo, J. J. Rosales Sánchez se metió en los vericuetos del laberinto de la llamada, y muy actual, ‘filosofía de la mente’.  De esta área, eligió el concepto de ‘experiencia’. Pero así, tomado en general, este concepto le puede consumir media vida de investigación. Mas él quería elaborar una tesis doctoral y se decidió por lo que anuncia el título: ¿Conceptual hasta el fondo o no conceptual hasta el tope. Dos tesis rivales sobre los contenidos de la experiencia. ¿Por qué? El autor nos lo dice: “(Porque) un muy respetable grupo de filósofos contemporáneos, que se ocupa de los problemas epistemológicos y de la mente, se ha empeñado en debatir sobre la conformación de la experiencia perceptiva. Dos tesis rivales copan la escena del debate filosófico, a saber, aquella según la cual la mente se vincula con el mundo sólo desde la perspectiva conceptual y otra que sostiene la primacía de conexión no conceptual con el mundo. Entre estos extremos, una tercera tesis, quizá mediadora, defiende la coexistencia de las perspectivas conceptuales y no-conceptuales en la conformación de la experiencia. Que al resumir el estado de la cuestión a estas pocas líneas se pueden desfigurar las dimensiones del problema, es un riesgo que se desdibuja en el desarrollo que este trabajo hace del contexto teórico que lo alimenta”. Y más adelante especifica: “El examen sobre la naturaleza de los contenidos de la experiencia que llevamos a cabo, presta especial atención a la obra de John McDowell por parte del conceptualismo, y a la de Gareth Evans y Fred Dretske por parte del no conceptualismo. Pero encontrará el lector que, al igual que McDowell, la presencia y relevancia de la obra de Kant es evidente en estas reflexiones, pero a diferencia del enfoque del filósofo de Pitsburgh, encontramos que la doctrina kantiana da lugar a pensar en una referencia al objeto sin el concurso de concepto alguno. Por supuesto, no reclamamos para nosotros una genuina interpretación kantiana en detrimento de la que hace McDowell, en absoluto. De hecho, a pesar de nuestra inspiración kantiana, nos alejaremos de él en no pocos puntos”. (Véanse estos textos más adelante en El Anteproyecto, El problema).

Si hace como el profesor J. J. Rosales, amigo tesista, tenga la seguridad de que volverá a recuperar el sueño y Morfeo lo arrullará con su lira.


Fuentes primarias y secundarias

Si me ha seguido, lector, tenemos ya resueltos los siguientes problemas: área filosófica, tema y autor. Llegados a este punto es preciso distinguir entre fuentes primarias y secundarias.

Por fuente primaria se entiende toda la producción de un autor o de los autores elegidos y que servirá de base del trabajo de grado. Y en este asunto hay que tomar una decisión que puede afectar la profundidad y la extensión de su investigación. Por ejemplo, si usted estuviera interesado en investigar sobre el concepto de ‘el otro’ en Sartre, debe decidir si va a tomar como fuentes primarias toda la producción sartreana, que es mucha, o solamente El ser y la nada, de 730 páginas en su edición original en francés, o El ser y la nada y sus obras de teatro, en donde el concepto está mucho mejor bordado. En este caso, la decisión  afectará el tiempo de la investigación.

Ahora bien, si usted eligió un tema como el siguiente: ‘El concepto de phrónesis de Aristóteles en la propuesta hermenéutica de Hans-Georg Gadamer.  Un análisis de la actualidad hermenéutica del Estagirita en el capítulo 10 de Verdad y método’, entonces tendrá que hacerle  frente  al problema  opuesto: fuente de poco caudal, lo que significa que el capítulo elegido tiene apenas una veintena de páginas y habría poco líquido para beber. Si cambiamos esta metáfora por otra, tiene escasa tela para elaborar el traje; por tanto, deberá decidir qué tipo de traje confecciona o si lo va a coser con remiendos de otras telas. Eso le sucedió a Gerardo Pérez Herrera, que elaboró, presentó y defendió exitosamente  su tesis titulada Aproximación a la noción de verdad del primer Nietzsche. El autor tuvo que echar mano de otros conceptos de verdad, pues él solamente analizó el escrito del filósofo de Röcken titulado Sobre la verdad y mentira en sentido extramoral (1883), escrito de una veintena de páginas.

Por fuente secundaria vamos a suponer toda la información: libros, artículos, apuntes de conferencias o clases… que no constituye la base de la tesis, pero que usted requiere para moverse sobre esa base cual sobre pista de hielo. En ella se va a deslizar, saltar, correr, hacer piruetas, elaborar figuras, girar y realizar acrobacias… Como usted sabe, el patinaje artístico sobre hielo consiste en interpretar una pieza musical patinando sobre una superficie muy lisa y… ¡muy dura y fría! Los elementos antes enumerados son valorados por unos jueces que siguen un código de puntuación que tiene en cuenta tanto el aspecto técnico y atlético de la actuación como la interpretación artística. Esta comparación, lector, perfectamente puede usted aplicarla a su desempeño en la confección, presentación y defensa de su tesis.

Hay dos tipos de fuentes secundarias. El primer tipo lo constituyen aquellas obras (grandes o pequeñas) que tratan directamente el asunto que usted aborda. Estas obras, en general, van a ser consideradas en el Estado de la cuestión que veremos en el capítulo 4. Pero, seguramente, usted va a necesitar otras obras que tocan el tema indirecta o tangencialmente. Por ejemplo, es muy posible que si usted escribiera una tesis, como Maigualida Scott, titulada  La mujer, entre objeto y persona. Análisis de la visión de lo femenino por Simone de Beauvoir, debería tener más información sobre ‘lo femenino’ que la que encontraría en el  análisis filosófico del Segundo sexo de Simone de Beauvoir, punto neurálgico de la investigación. En otros términos, usted requeriría información  sobre ‘la mujer en la historia’, ‘la mujer como punto de referencia en la obra de diferentes autores’ y ‘la mujer latinoamericana en la actualidad’, que conforman algunos capítulos de la tesis de esta inteligente y estudiosa alumna.


         Los instrumentos

Cuando usted haya decidido sobre las fuentes primarias y secundarias que empleará, lo que resta es reunirlas. No necesita tenerlas todas. Es más, a lo largo de la investigación seguramente surgirá la necesidad de profundizar en alguna idea o tema no previsto que lo conducirá a realizar un nuevo acopio de información.

Es conveniente que registre en fichas lo que vaya encontrando a medida que realiza la investigación, esto es, en la lectura de las obras elegidas, pues toda investigación filosófíca es documental, y este autor  no conoce ninguna tesis de Filosofía que no lo sea.

Distingo dos tipos de fichas: a) las de AUTOR/ obra  y b) las de TEXTO/autor. Considerémoslas separadamente.

En una ficha de AUTOR/obra –generalmente, yo empleo cartulinas  de 3 x 5”- deben registrarse el Apellido y nombre del autor, Título de la obra,  con toda la información adicional sobre Edición (quién edita, dónde y cuándo lo hace), cantidad de páginas, o sobre su procedencia: apuntes de clase, conferencia… Aquí van algunos ejemplos.


1.     Libro publicado:

ROSALES Sánchez, Juan José

Filosofía y transformación social. Reflexiones en torno a sociedad y civilización en Simón Rodríguez.

Fondo Editorial de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2014. Pp.189.

 

2.     Artículo publicado:

ROSALES SÁNCHEZ, Juan

“Sociedad y poder político en Simón Rodríguez” en Lógoi, Revista de Filosofía n° 9, Universidad Católica Andrés Bello, semestre enero-junio de 2006, Caracas, pp. 25-51.

 

3.     Tesis no publicada:

LEAL, Henry Jesús

Identidad significativa y oposición en la proposición categórica con cuantificación múltiple

Trabajo de Postgrado para optar al Grado de Magíster en Filosofía. Mención Teoría de la Argumentación, UCAB, Caracas, 2011.

 

Las fichas de texto –yo acostumbro usar cartulinas de 6 x 4 “-  son de tres clases, a saber: a) textuales, b) comentarios personales y c) mixtas. Cada una de ellas llevará a la derecha un título (numerado, si hubiera más de una).


a)     Conviene que los textos se registren con gran  exactitud, porque seguramente usted no volverá a leerlos. Cuando haga una transcripción, procure que sea literal, en primer lugar, y en el orden en que aparece en el original. Si elimina algún fragmento, indíquelo  mediante puntos suspensivos entre guiones diagonales: /…/ o paréntesis (…). En la ficha debe aparecer el autor, la obra y la página o páginas de donde se hace la transcripción.


b)     Le será muy útil anotar en fichas todas las reflexiones que vaya haciendo sobre su tesis. Es aconsejable que tenga a mano todo el tiempo una pequeña libreta para dejar constancia de esas ideas que, de otro modo, olvidará. La ficha también debe tener un rótulo.


c)     La ficha mixta registra textos de otros (autor, obra y ubicación) y algún comentario que le sugiere a usted el pasaje transcrito. Conviene diferenciar los textos ajenos de los comentarios propios, por ejemplo, poniendo al lado de estos últimos sus iniciales (CHJP, iniciales de este  autor).


Como ha comprobado el lector, yo empleo fichas de cartulina en sus investigaciones, pero hoy se pueden usar fichas electrónicas. Sergio Ramírez, alumno del Seminario de Trabajo de Grado de la Escuela Filosofía de la Uhttps://gingkoapp.com


CAB, nos ha proporcionado las siguientes aplicaciones, de las que han hecho muy buen uso otros estudiantes como él. He aquí las aplicaciones para investigación (fichas) que pone a su alcance:

https://keep.google.com

https://evernote.com

https://www.onenote.com/

“Yo trabajo también –nos dijo Sergio Ramírez- con docs.google.com que es como un Word on line usando la plataforma de Gmail, y en él empleo el complemento de easybib, que me facilita la recuperación de citas y referencias:

 http://www.easybib.com/”

Para terminar el punto, me hago la pregunta que seguramente, si es estudiante de pregrado, usted me haría: ¿en cuánto tiempo se puede hacer una investigación? Mi respuesta para usted es: en 90 días. Eso sí, tiene que investigar de lunes a domingo y al final de cada sesión deberá elaborar las fichas de las que venimos de hablar.

 

Los métodos

Tenemos que preguntarnos, antes de seguir, qué entender por método. Simón Rodríguez (1769-1854) respondió muy claramente esta pregunta pues él les planteó un método pedagógico a los gobiernos de América, que deberían aplicar si querían ascender a los habitantes de sus repúblicas a la categoría de ciudadanos. A su manera,  escribió el “Sócrates de Caracas”:

METODO … (por el camino)

es decir … por el UNICO, o por el MEJOR que haya,

es una SUCESIÓN de ACCIONES, puestas en el orden que pida la

ejecución de una OBRA MATERIAL o MENTAL

(OC, t. II, 20).


La definición transcrita señala claramente que tener un método es tener un camino -el camino- para llegar a un cierto lugar, para alcanzar un fin propuesto de antemano como tal. En este sentido el método se contrapone a la suerte y al azar, pues ante todo es un orden que viene determinado, pedido -término que le gustaba a Rodríguez- por el objeto del método. Pudiéramos decir que es una relación dialéctica la que se establece entre los dos términos, relación que se formularía, muy esquemáticamente, de este modo: todo método lo es para un objeto, como todo objeto lo es de su método.

La cuestión del método, como se sabe, es trascendental para clarificar las cuestiones básicas de la Filosofía y de la ciencia. No se trata de un aspecto accesorio y externo al objeto de estudio. Tampoco puede ser validado fuera del objeto científico para el cual es método, camino. El tipo de realidad que se espera alcanzar o conocer determina la estructura del método a seguir, por lo que sería un error -o más bien, sería ir por el camino equivocado- el instituir y aplicar un método inadecuado a su objeto. Desde este punto de vista puede decirse que la Matemática no tiene el mismo método (o los mismos métodos) que la Física, y que ésta no tiene, o no debe tener, los mismos métodos que la Historia, etc.

Por otra parte hay que señalar que ha sido una aspiración muy común de todos los filósofos la de hallar un método universal aplicable a todas las ramas del saber y en todos los casos posibles, método que cabe relacionar con el ideal de un lenguaje universal. Es, en este sentido, como se entenderá el método que Simón Rodríguez le propondrá al “Gobierno… o el que Manda, sea lo que fuere” (id., p. 31). La posibilidad de que su método fuera usado y aplicado por cualquiera (“que Manda”) es una condición que ya había sido establecida con toda claridad por Descartes, cuando en su Discurso del método indicaba que las reglas metódicas propuestas eran reglas de invención o de descubrimiento que no dependían del talento individual.

Pero volvamos a la definición propuesta por Rodríguez y constataremos su actualidad. El concepto de método propuesto por el filósofo caraqueño abarca varios aspectos. Veámoslos.

a) Es un camino, esto es, una vía para ir a un lugar determinado. Esta imagen topológica no es gratuita. El lugar a donde se pretende llegar pide -como ya queda dicho- el camino que debemos tomar; lo que no quita que, en un determinado momento, tengamos que cambiar de vía, pues, como muy bien señala Rodríguez, un objeto –esto es, un “lugar”- puede tener un camino “ÚNICO”, pero también puede presentar alternativas y solamente andando sabremos cuál es “EL MEJOR”.

b) Es un proceso de ordenamiento de la actividad para alcanzar el fin propuesto. Además de teleológico, todo método es proceso y es orden de acciones, orden que viene “pedido”, exigido por la obra que se pretende ejecutar. Pero no se trata de cualquier orden, no es cualquier sucesión de acciones, sino que método es una “SUCESION DE ACCIONES, puestas en el orden que pide la ejecución de una obra MATERIAL o MENTAL”. El lector puede observar aquí la tensión que se produce entre el objeto que determina el orden de la actividad y el sujeto que ejecuta, que actúa para apropiarse el objeto. Como dice Simón Rodríguez en otro lugar (OC, I, 359), “Estar en orden necesario o determinado es estar en El órden: haber estado i no estar en El órden, es estar fuera del orden”. En otras palabras, lo que establece el orden de las acciones es la necesidad de la obra.

c) Todo método es un proceso en el tiempo, no solamente un conjunto de procedimientos; es una “sucesión de acciones”, aunque las acciones siempre están en  orden, porque siempre van unas después de otras. Pero ese ir “unas después de otras” también viene establecido por el objeto de la ejecución cuando nos referimos al método. Las acciones no deben venir “antes de tiempo” ni “fuera de tiempo”. Es decir, las acciones metódicas no deben ser inesperadas ni azarosas ni fortuitas. Las acciones metódicas deben ocupar el lugar que les corresponde en el tiempo, lo cual supone que deben ajustarse a un plan, a un determinado control y a cierta previsión.

d) Del carácter teleológico del método, dice Simón Rodríguez: “No es tan difícil ver si las cosas o las acciones están en su orden, como lo es descubrir el fin con que las acciones concurren — prever los efectos de su concurrencia — i las consecuencias que puedan tener los efectos” (id., p. 362).

e) Todo método es actividad, es un hacer haciéndose, por lo que no se lo puede desligar del objeto sobre el que actúa. No hay algo así como un ‘hacer general’. Por eso Simón Rodríguez ligó su método a la propiedad, a la libertad, a la educación, a la vida de los americanos que venían de concluir la guerra de independencia y estaban constituyendo las nuevas Repúblicas. A los que tenían poder para operar sobre los nuevos objetos políticos, les ofreció su método. Simón Rodríguez sabía que si los americanos deseaban vivir en república, tenían que aplicar un conjunto de acciones nuevas como nuevo era el hecho republicano; tenían que adoptar una posición distinta del lugar que habían ocupado cuando vivían en monarquía, esto es: vivir en república, en América, determinaba la elección de un camino no andado por nadie, un camino por el que, “con guía por delante, y abriendo tantos ojos, se pierde el más advertido” (OC, I, 239).

f) Y es que adoptar un método es comprometerse y compromete. Aunque hemos hablado del método como instrumento de validez universal, sólo es así en un cierto nivel, pues la adopción de un método “compromete” en un cierto modo y con un cierto resultado. Por eso, como ya queda señalado, en la práctica real hay una tensión entre el objeto de conocimiento y el método científico. El trabajo concreto científico de aprehender su objeto se expresa en esa tensión, tensión que obliga a desarrollar un complejo de líneas de trabajo. Cuando el método se enfrenta con un problema y no está en capacidad de solucionarlo, el investigador está obligado a ir a otro complejo de búsquedas que culminará en un resultado teórico científico. Mas el conocimiento teórico se alcanza como producto del procedimiento práctico científico, que es el método. De donde ciencia y método están imbricados, íntimamente articulados.


Métodos externos e internos

El manual del Diseño del Proyecto  y Trabajo de Grado de la UCSAR señala dentro del “GLOSARIO” del módulo A, p.18-20, los diferentes tipos de investigación que le deben servir de guía orientadora al tesista. Transcribimos la definición de algunos términos que tomamos de un pasaje muy ilustrativo:


Hipótesis: Proposición que expresa una solución tentativa, racional y verificable de un problema científico. Las hipótesis son necesarias en la investigación científica porque orientan sobre los datos que deben recogerse. Tipos de hipótesis: a) Según el grado de generalidad: universales y existenciales; b) Según su función metodológica: generales, específicas y operacionales; c) Según su nivel de medición: cualitativas y estadísticas. (Morles, V. 1992, p. 51).

Investigación Aplicativa: Su objetivo central está en proveer tecnologías o esquemas de acción derivados de los conocimientos teóricos (…) (Padrón, J. 1998, p. 2).

Investigación de Campo: Se entiende por investigación de campo, al análisis sistemático de problemas de la realidad con el propósito bien sea de describirlos, interpretarlos, entender su naturaleza y factores constituyentes, explicar sus causas y efectos, o predecir su ocurrencia, haciendo uso de métodos característicos de cualquiera de los paradigmas o enfoques de investigación conocidos o en desarrollo (UPE, 2002, p.5).

Investigación Constrastiva (sic, ¿contrastante?): Se parte de la necesidad de buscar los errores de las teorías, con el objeto de desecharlas, reajustarlas o incrementar su verosimilitud. Su objetivo central está en proveer contra-pruebas a una teoría previamente construida o, en su defecto, en proveer argumentos a favor (…). (Padrón, J. 1998, p. 2).

Investigación Descriptiva: El objetivo central de estas investigaciones está en promover un buen registro de los tipos de hechos que tienen lugar dentro de esa realidad y que la definen o  caracterizan sistemáticamente. (Padrón, J. 1998, p. 2).

Investigación Explicativa: Parten de descripciones suficientemente exhaustivas de una cierta realidad bajo estudio y de la necesidad de conocer por qué ciertos hechos de esa realidad ocurren del modo descrito, es decir, de la necesidad de encontrar ciertas relaciones de dependencia entre las clases de hechos que fueron formuladas (…). El objetivo central de estas investigaciones consiste en proveer modelos teóricos (explicativos, abstractos, universales, generales) que nos permitan elaborar predicciones (...). (Padrón, J. 1998, p. 2).

Investigación Evaluativa: El objeto de la investigación evaluativa es medir los efectos de un programa por comparación con las metas que se propuso alcanzar, a fin de contribuir a la toma de decisiones subsiguientes acerca del programa y para mejorar la programación futura. (Weiss, C. 1987, p.16).

Proyecto Factible: Consiste en la investigación, elaboración y desarrollo de una propuesta de un modelo operativo  viable para solucionar problemas, requerimientos o necesidades de organizaciones o grupos sociales, puede referirse a la formulación de políticas, programas, tecnologías, métodos o procesos. El Proyecto debe tener apoyo en una investigación de tipo documental, de campo o un diseño que incluya ambas modalidades (UPEL, 2002, p. 7).

Investigación Documental: Es el estudio de problemas con el propósito de ampliar y profundizar el conocimiento de su naturaleza, con apoyo, principalmente en trabajos previos, información y datos divulgados por medios impresos, audiovisuales o electrónicos. La originalidad del estudio se refleja en el enfoque, criterios, conceptualizaciones, reflexiones, conclusiones, recomendaciones y, en general, en el pensamiento del autor (UPEL, 2002, p. 6). (…)

Investigación Exploratoria: Se efectúa normalmente cuando el objetivo es examinar un tema o problema de investigación poco estudiado o que no ha sido abordado antes; es decir, hay pocas evidencias o estudios relacionados con el tema y es necesario investigar con mayor profundidad (IVEPLAN, 2000).

Investigación histórica: La investigación histórica trata de la experiencia pasada, se aplica no sólo a la historia sino también a las ciencias de la naturaleza, al derecho, la medicina o cualquier otra disciplina científica.

En la actualidad, la investigación histórica se presenta como una búsqueda crítica de la verdad que sustenta los acontecimientos del pasado (Magro Ramírez, M.; Fernández de Caraballo, M. y Meza, M. 2002, p. 41).

Investigación Participativa: es una combinación de investigación, educación-aprendizaje y acción, ella tiene como objeto conocer y analizar una realidad en sus momentos constitutivos: 1) Los procesos, los problemas; 2) La percepción que las personas tienen de ellos y 3) Las experiencias vivenciales dentro de la situación social concreta con el fin de emprender acciones tendientes a cambiar esa misma realidad (Cendales, L. s/f, p. 56).


A la luz de lo  transcrito, es imperativo hacer la distinción  entre métodos externos e internos. El Diseño, al referirse a la investigación de hipótesis, a la aplicativa, a la investigación de campo, a la constrastiva (sic), a la descriptiva, explicativa, evaluativa, al proyecto factible, a la investigación documental, a la explicativa,  a la histórica y a la participativa, simplemente está enumerando la característica más general de una investigación, pero nada dice sobre el cómo se hace. Y, en este sentido, todos estos calificativos describen métodos externos, exteriores al objeto de conocimiento. Y a usted, lector, le urge averiguar sobre los métodos con los cuales va a construir el objeto de conocimiento que su tesis pretenderá exponer. Por eso vamos a hablar de métodos internos generales y métodos internos especiales.


Métodos  internos generales

“En fin, ¿qué propongo?”, me preguntaba en los Modos de presentar una tesis filosófica allá por febrero de 2011. Y contestaba y contesto: en primer lugar, propongo un método. Y el método que propongo no es sociológico, psicológico ni histórico... Es decir, no es el método que seguirían la Sociología, la Psicología o la Historia, aunque de vez en cuando no está prohibida la piratería en esas aguas, sobre todo si se requieren aportaciones de cualquiera de estas ramas del saber. Propongo un método auténticamente filosófico, esto es, aquel “cuyo punto de partida es aquello precisamente en cuya busca se va”, como quiere F. Savater.

Nada más estéril ni nocivo para la Filosofía que el remedo de los métodos inductivos de las ciencias. Y es que el filósofo no debe fingir que no sabe a dónde va a llegar. La filosófíca no es una pregunta formulada a manera de hipótesis, que se va esclareciendo por tanteos sucesivos hasta quedar completamente contestada en la conclusión de la obra emprendida. Para la Filosofía, la pregunta es una conclusión esencial de la que se parte y que en el desarrollo de sus múltiples implicaciones y problemas se va volviendo más y más compleja. La conclusión de la obra, entonces, sin dejar de ser conclusión, debe convertirse en la última y definitiva cuestión.

El científico empírico no sabe a dónde va a llegar. Los investigadores que encontraron una propiedad muy lucrativa del citrato de sildenafilo en 1998 para Pfizer –‘Viagra’ es la marca de medicamentos más famosa del mundo- en los años 80 hacían experimentos para mejorar el flujo de sangre al corazón. Pero el filósofo no sabe a dónde ha llegado. De aquí la diferencia de sus actitudes. Las expresiones del científico para dar cuenta de sus hallazgos son ‘en mi opinión’, ‘si no me equivoco’… expresiones que señalan la natural cautela de quien se somete a la aportación de nuevos datos o a la confrontación con una teoría que los coordine de forma más económica y completa. Los ‘en-mi-opinión’ de un filósofo son testimonios de hallazgos que reflexivamente convertirá en nuevas búsquedas. Cada uno de ellos es foco irradiador de preguntas que agrandan el mapa filosófico de la investigación.

El método filosófico, cualquiera sea el modo de expresión que se adopte y de lo que se hablará más adelante, debe ser expositivo-argumentativo, en primer lugar. La exposición es considerada como la manifestación abstracta de la realidad representada, a la manera de la descripción que se destina a la representación de la realidad concreta. Ideas, pensamientos, opiniones y reflexiones de carácter abstracto constituyen el contenido de la exposición, que sigue la misma disposición acumulativa de la descripción. En otras palabras, lo que a lo sensible corresponde la descripción, la exposición atañe a lo abstracto.

En líneas generales, la exposición se nos presenta como un conjunto de ideas encadenadas de una manera sólida con una relación lógica entre ellas. Como forma discursiva, se puede ver de manera fragmentada o formando parte de un texto más amplio. Exponer es explicar con claridad y orden ideas sobre un determinado tema, mostrando sus diferentes aspectos. Por ello, en la exposición se hacen presentaciones, comparaciones y clasificaciones; se define, ilustra o contrasta; en ella relacionamos, ejemplificamos y concluimos. De lo cual se deduce que el expositor requiere gran conocimiento del tema; de lo contrario, hablará de lo que no sabe. Y eso se detecta rápidamente.

Los maestros del género suelen recurrir a un lenguaje que no solo es correcto sino que también es variado y ameno. Importa, sobre todo, al escribir un texto expositivo que los lectores lo entiendan fácilmente, pero también que, además de claro, les resulte interesante.

Para ello, el tesista ha de considerar que una buena exposición ha de someterse a ciertas condiciones En primer lugar, ha de delimitar claramente el asunto, mostrando, al mismo tiempo, su alcance. Después deberá considerar el interés que pueda provocar por la novedad, actualidad u originalidad del tratamiento. Por ninguna razón expulsará todo el material de una vez. Es aconsejable, más bien, entregarlo siguiendo un plan o guion predeterminado en el que se contemplen los pasos que se habrán de andar. La coherencia, mediante la integración de las ideas; lo ordenación lógica y clara de los datos que se quieren transmitir de acuerdo con el propósito del discurso; la claridad, a través de explicaciones y ejemplos; la exactitud de las informaciones y la precisión y adecuación de las palabras al contenido desarrollado, junto con el rigor expresivo, son algunas de las cualidades requeridas por la exposición.

Pero, ante todo, a la hora de exponer hay que ir definiendo los términos que se utilizan. Serán las categorías claves del razonamiento. Porque en Filosofía, la exposición viene siempre acompañada de la argumentación, su hermana gemela. Nunca se separan porque cada una se ve reflejada en el rostro de la otra. Como se dijo, la exposición, en líneas generales, se nos aparece como un conjunto ordenado de ideas encadenadas de una manera sólida sin el propósito de querer defender la verdad ni de mostrar con razones el pensamiento expresado. Su hermana gemela se encargará de aportar hechos y razones que tratan de avalar y defender el planteamiento, la tesis, la idea o la simple opinión que su otra hermana ha expuesto. La exposición y la argumentación se relacionan entre sí de tal manera que, mientras una informa, la otra trata de persuadir o convencer a alguien de la propuesta establecida.

Generalmente, en un texto argumentativo las ideas se distribuyen de la siguiente manera: 1) presentación de la cuestión con el análisis de los antecedentes y el señalamiento de la situación actual; 2) planteamiento detallado y desarrollo de los hechos complementarios, con datos y explicaciones que fundamentan el tema; 3) aportación de soluciones y de posibilidades que contribuyan a demostrar de manera objetiva el planteamiento hecho; 4) crítica de otras soluciones o argumentaciones empleadas en el tema; y 5) conclusiones.

¿Cuáles son los componentes esenciales de la secuencia argumentativa?, preguntemos. Podemos responder apuntando que una secuencia argumentativa presupone la presencia de dos interlocutores, cuando menos; pero, en principio, no hay que imaginar otros personajes. De manera real, el tesista propone y razona, el lector entiende y critica. También hay que señalar que la secuencia está integrada por tesis y argumentos, que constituyen su estructura. Y la forma adoptada podrá ser deductiva o inductiva.

Otros componentes de la argumentación son la regla general, por un lado, que se basa en una creencia o en un supuesto más o menos compartido por el conjunto de miembros de la comunidad a la que pertenece el argumentador.

 Hay que añadir a la regla general las fuentes, base de la información transmitida para dar validez a los datos que justifican la tesis. Estas fuentes suelen aparecer mediante referencias y citas de autoridad, pues aprobarán, también, nuestra opinión que disfruta del aval de expertos de reconocido prestigio en el asunto tratado.

Por último, no está de más que el tesista guarde alguna reserva para dar consistencia a las consecuencias derivadas de los argumentos esgrimidos.

A continuación el lector puede constatar en la escritura de Santo Tomás de Aquino (2001) la aplicación del método expositivo-argumentativo para demostrar la existencia de Dios. La estructura general que aplica el Aquinate es: 1) Tesis formulada a manera de pregunta; 2) Objeciones en contra; 3) Argumento a favor; 4) Sus argumentos que coinciden con el argumento a favor y lo amplían; 5) Sus argumentos contra las objeciones en contra. Observe también el lector qué uso hace el santo del método de autoridad –un método especial del que se habla más abajo- como fundamento de la verdad que expone: Éxodo, Metafísica de Aristóteles y el Enchiridion de San Agustín

ARTICULO 3

¿Existe o no existe Dios? 

Objeciones por las que parece que Dios no existe:

1. Si uno de los contrarios es infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con el nombre Dios al darle el significado de bien absoluto. Pues si existiese Dios, no existiría ningún mal. Pero el mal se da en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe.

2. Más aún. Lo que encuentra su razón de ser en pocos principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo que existe en el mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros principios; pues lo que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en la razón y voluntad humanas. Así, pues, no hay necesidad alguna de acudir a la existencia de Dios.

En cambio está lo que se dice en Éxodo 3,14 de la persona de Dios: Yo existo.

Solución. Hay que decir: La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas. 1) La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que en, cuanto potencia, esté orientado a aquello por lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en acto. Ejemplo: El fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.

 2) La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios.

3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.

4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. 7. Como quiera que en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género — así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro 8—, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios.

5) La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.

 Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Escribe Agustín en el Enchiridio : Dios, por ser el bien sumo, de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo de mal en sus obras, a no ser que, por ser omnipotente y bueno, del mal sacara un bien. Esto pertenece a la infinita bondad de Dios, que puede permitir el mal para sacar de él un bien.

2. A la segunda hay que decir: Como la naturaleza obra por un determinado fin a partir de la dirección de alguien superior, es necesario que las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a su primera causa. De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario reducirlo a alguna causa superior que no sea la razón y voluntad humanas; puesto que éstas son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido a cambio y posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente necesario, tal como ha sido demostrado (sol.)

          Suma de Teología, parte I, q.2. Madrid: BAC (Edición dirigida por los Regentes de Estudios  de las Provincias Dominicanas en España. Reimpresión de la 4ª edición).

 

El segundo método general más propio  de la Filosofía es el analiticosintético.

Desde un punto de vista lógico, analizar significa descomponer un todo en sus partes constitutivas para un examen detenido de cada una de ellas. La actividad opuesta y complementaria es la síntesis, que en lo esencial consiste en la exploración de relaciones entre las partes estudiadas y en la reconstrucción de la totalidad, antes desarticulada. Sirva lo dicho tan someramente porque más adelante se ampliará a satisfacción del lector. (Para ilustrar el  análisis remitimos al tesista a las páginas 13 a 15 donde se desmenuza la definición de ‘método’ dada por Simón Rodríguez).