martes, 30 de agosto de 2022

JUEGOS DE AUTOAYUDA (II)

VIENE DE "JUEGOS DE AUTOAYUDA (I)"





 —Chicos, vamos a los ejercicios de fuerza, porque ese juego de las mentiras me dejó exhausta y no sólo a Aristarco. Necesitamos tonificarnos

 —Estoy de acuerdo contigo, Calandria.

 —Primero vamos a jugar en parejas; después, chicas contra chicos. Formen las parejas: Zoilo contra Calixto, Ágata contra Calíope, y yo contra Aristarco. Muy bien. El primer juego es de pie. Espalda contra espalda del compañero. A una señal, cada uno debe empujar hacia atrás intentando desplazar a su compañero. El segundo, espalda contra espalda, pero ahora sentados en el piso. Hay que empujar hacia atrás al compañero, pero pueden usar los brazos colocando las manos contra el suelo. En el tercer juego, vamos a ponernos de pie uno frente al otro. Con los brazos estirados, cada uno coloca las manos en los hombros del compañero. A una señal empujan hacia adelante. No es válido empujar despegando las manos de los hombros. Tampoco hacer cosquillas, chicos malos. Ya. Calíope va a ser Louise L. HAY (1997), pero en otro juego, con Linda Carwin Tomchin, que va ser Ágata en El poder está dentro de ti. ¿Qué les parece? 

 —Me gusta, Calandria. 

—Empiezo, entonces, diciendo que yo no soy sanadora. No sano a nadie. El concepto que tengo de mí misma es el de un peldaño en la senda del autodescubrimiento. Creo un espacio en donde las personas pueden aprender lo increíblemente maravillosas que son, enseñándolos a amarse a sí mismas... Después de años de asesorar a mis clientes y dirigir cientos de seminarios o talleres y programas intensivos de preparación, a lo largo y ancho de los Estados Unidos y del mundo, he descubierto que sólo hay una cosa que sana todo problema: amarse a uno mismo La información, que ha formado parte de mis charlas durante los últimos cinco años, es sólo un paso más en la senda de tu autodescubrimiento, una oportunidad de saber un poco más sobre ti y de comprender el potencial que te pertenece por derecho propio. 

 —¿Hay verdadero autodescubrimiento? Es una buena pregunta. Segunda, ¿es posible el ‘conócete a ti mismo’ sin espantarse? Yo, cuanto más me conozco, me reconozco menos recomendable. 

—Busca, Zoilo, dentro de ti. Pero pregunta por el origen de tus males. Muchos de nosotros comenzamos a comprender ahora que provenimos de hogares problemáticos. Cargamos con muchísimos sentimientos negativos sobre nosotros mismos y nuestra relación con la vida. Mi infancia estuvo plagada de violencia, incluidos los abusos sexuales. Estaba hambrienta de amor y de afecto y no tenía la más mínima autoestima. Incluso después de haber abandonado mi casa a los quince años, continué sufriendo malos tratos de muchos tipos. Aún no había comprendido que esas pautas de pensamientos y sentimientos que había aprendido de pequeña eran lo que atraían hacia mí los malos tratos. 

 —¡Ay, no empujes tanto, que me aplastas! 

—Recuerda, ¿cuántas veces te has negado a aceptar un pensamiento positivo? Sólo tienes que decirle a tu mente que ahora sí vas a aceptarlo. Decídete a pensar en forma negativa. Con esto no digo que no tengas que luchar contra tus pensamientos cuando desees cambiar cosas. Si surge un pensamiento negativo, dile sencillamente: "Gracias por participar". De esta forma no lo niegas ni tampoco le cedes tu poder. Habla contigo mismo: di que ya no estás dispuesto a tragarte la negatividad, que deseas crearte otra forma de pensar. Y repito, no es necesario que luches contra tus pensamientos negativos. Date por enterado de su presencia y continúa adelante dejándolos atrás. No te ahogues en el mar de tu propia negatividad cuando puedes nadar en el océano de la vida. 

—Déjame seguir a mí, Calíope. Recuerdo la primera vez que escuché que yo podía cambiar mi vida si estaba dispuesta a cambiar mis pensamientos. Me pareció una idea totalmente revolucionaria. En esa época yo vivía en Nueva York y descubrí la Iglesia de la Ciencia Religiosa. A menudo se confunde la Iglesia de la Ciencia Religiosa, o Ciencia de la Mente, fundada por Ernest Holmes, con la Iglesia de la Ciencia Cristiana, fundada por Mary Baker Eddy. Ambas reflejan un "nuevo pensamiento", pero son filosofías distintas. 

—¿Y qué tiene que ver la “ciencia” religiosa con la Filosofía? 

—Cállate, Aristarco, y escucha. Sí, estoy de acuerdo contigo, Ágata. La Ciencia de la Mente tiene pastores y miembros activos que siguen las enseñanzas de la Iglesia de la Ciencia Religiosa. Ellos fueron las primeras personas que me dijeron que mis pensamientos determinaban mi futuro. Aun cuando no entendía lo que querían decir, este concepto tocó lo que yo llamo la "campanilla interior", ese lugar de intuición que solemos llamar la "voz interior". Comencé a escuchar lo que decía. Me di cuenta de que era muy crítica conmigo misma y traté de dejar de serlo. Me dediqué a balbucear afirmaciones sin saber muy bien lo que querían decir. Comencé con las fáciles, por supuesto, y empecé a notar ciertos cambios: lograba tener luz verde en los semáforos y encontraba sitios para aparcar, y esto me pareció fabuloso. Los métodos que yo empleo no son míos. La mayor parte de ellos los aprendí de la Ciencia de la Mente, que es lo que fundamentalmente enseño. Sin embargo, estos principios son tan viejos como el tiempo. En las antiguas enseñanzas espirituales encontrarás los mismos mensajes. He recibido la preparación necesaria para ser ministro de la Iglesia de la Ciencia Religiosa; sin embargo, no tengo iglesia. Soy un espíritu libre...

 —En eso te aplaudo, Calíope. Que también aplaudo… 

—Una pregunta, Aristarco. Cuando te despiertas por la mañana, ¿maldices el hecho de tener que ir a trabajar? ¿Te quejas del tiempo? ¿Te quejas de que te duele la cabeza o la espalda? ¿Qué es lo que piensas o dices en segundo y tercer lugar? ¿Les chillas a tus hijos para que se levanten? 

 —Seguro. Hay días en los que tengo que arrancarlos de la cama y después arrearlos al colegio. Como ganado. —Bien, no haces nada extraordinario. La mayoría de las personas dicen más o menos las mismas cosas cada mañana. Y hacen más o menos las mismas cosas cada mañana. ¿Cómo hace que empiece tu día lo que dices? ¿Es un comienzo positivo, alegre y maravilloso? ¿O es malhumorado y crítico? Si te lamentas, gruñes y maldices, esas son las bases que sentarás para ese día. ¿Cuáles son tus últimos pensamientos antes de dormirte? ¿Son potentes pensamientos curativos, o son de inquietud por tu pobreza? Los pensamientos de pobreza no sólo se refieren a la escasez de dinero; son formas negativas de ver cualquier aspecto de tu vida, cualquier cosa que no fluye libremente en tu vida. ¿Te preocupa el mañana? Soy consciente de que mientras duermo hago muchísima limpieza que me prepara para el día siguiente. Me resulta muy útil traspasar a mis sueños los problemas o interrogantes que tenga. Sé que mis sueños me ayudarán a resolver cualquier cosa que suceda en mi vida. Zoilo, nuestro mundo es en realidad un asunto de enfoque y actitud. Fíjate en la forma en que se expresan las personas solas, desdichadas, pobres, enfermas… 

—¿Cómo yo y Aristarco? 

—¿Qué palabras emplean? ¿Qué han aceptado como verdad sobre sí mismas? ¿Cómo describen su trabajo, su vida, sus relaciones? ¿Qué esperan de la vida? Presta atención a sus palabras, pero, por favor, no vayas por ahí diciéndoles a personas desconocidas que están arruinando su vida por la forma en que hablan. Tampoco lo hagas con tus familiares y amigos, porque no te lo agradecerán ni valorarán la información. Pero sí usa esta información para iniciar una nueva relación contigo mismo, y llévala a la práctica si deseas que tu vida cambie, porque en el más pequeñísimo plano, si cambias tu forma de hablar, también cambiarán tus experiencias. 

—Ah, eso me interesa mucho. ¿Qué hago? ¿Un curso de Oratoria?

 —Libera lo malo, hay que liberar lo malo. Cuando hay en mi vida algo que verdaderamente me disgusta, he descubierto que una de las maneras más rápidas de eliminarlo es “bendecirlo con amor”. “Te bendigo con amor y te libero, te dejo marchar”. Esto funciona con personas, situaciones, objetos y cosas. Incluso se puede probar con algún hábito del que uno desea librarse y ver qué sucede. Conocí a un hombre que cada vez que fumaba un cigarrillo decía: “Te bendigo con amor y te libero de mi vida”. Unos cuantos días después, el deseo de fumar era bastante menor; a las pocas semanas el hábito había desaparecido. 

 —Déjame decirte, Ágata, que sabes poco de fumadores. En cierta ocasión yo conocí a un hombre que esperó fumando sentado la muerte porque, si se hubiera acostado, se le habrían comprimido los pulmones con el propio peso. El “vicio” de fumar (por algo lo llaman así) no se “libera” con unas frasecitas tan cursilonas. 

 —Cultiven la revelación. 

 —¿De qué hablas? 

 —Creo que todo lo que necesito saber se me revela; por lo tanto, es preciso que tenga bien abiertos los ojos y los oídos.

 —Es posible que no entiendas por ‘revelación’ lo que yo entiendo. Pero déjame decirte que aunque el diccionario define el término (Del lat. revelatĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de revelar. 2. f. Manifestación de una verdad secreta u oculta. 3. f. por antonom. Manifestación divina.  Yo entiendo otra cosa. Para mí revelación es vuelta a velar, a ocultar, con una “verdad” que tapa los ojos o los oídos aunque los tengas muy abiertos. 

 —Recuerdo que cuando tuve cáncer pensé que me iría muy bien la reflexoterapia. Una noche asistí a una charla. Generalmente me siento en la primera fila porque me gusta estar cerca del conferenciante; sin embargo, esa noche me sentí inclinada a sentarme en la última fila. Justo cuando acababa de hacerlo se sentó a mi lado un reflexólogo. Empezamos a hablar y me enteré de que incluso hacía visitas a domicilio. No tuve que buscarle, él vino a mí.

 —O eres ingenua o piensas que nosotros lo somos. Fuiste a buscar el reflexólogo. En una conferencia sobre esa materia, seguramente debe de haber “especialistas”. Cuando entraste al lugar, lo más seguro es que -sin palabras- ibas gritando: ¡Socorro!, estoy buscando un reflexólogo. ¡Tengo cáncer! Esto suele suceder en situaciones menos dramáticas. Danos otra receta, porque la de la revelación te salió muy salada. 

 —Mi receta más frecuente es: diálogo positivo y crecimiento interior. Hago muchísimo diálogo interno positivo, mañana, tarde y noche. Procedo de un espacio de amor del corazón, y practico el amor a mí misma y a los demás tanto como puedo. Mi amor está en continua expansión. Lo que hago actualmente es mucho más de lo que hacía hace seis meses o un año. Sé que dentro de un año mi conciencia y mi corazón se habrán dilatado y haré todavía más. Sé que lo que creo de mí se convierte en realidad, de modo que creo cosas maravillosas de mí. Hubo una época en que no pensaba así; sé que he crecido y continuaré trabajando en mí misma. 

 —Te hace falta, porque con pasmosa facilidad te olvidaste de tu hija y de tu verdadero padre. 

 —Tómate un momento para pensar en tus propias pautas de comportamiento, en tus problemas y en las cosas que te traban, y observa en cuál de estas categorías entran: crítica, temor, culpa o resentimiento. A estas categorías yo las llamo las Cuatro Grandes. 

 —Es probable que muchas personas, Calíope, sientan resistencia al mirarse al espejo y repetir las afirmaciones. Sin embargo, la resistencia es el primer paso hacia el cambio. Muchos deseamos que cambie nuestra vida, pero cuando se nos dice que tenemos que hacer algo diferente contestamos: "¿Quién, yo? No quiero hacer eso". 

 —Ni que uno fuera veleta. 

 —Zoilo, si siempre has sido una persona crítica que ve la vida con ojos muy negativos, te va a llevar tiempo dar un giro completo para amar y aceptar más. Aprenderás a tener paciencia contigo mismo a medida que te ejercites en eliminar la crítica, que sólo es un hábito, no la realidad de tu ser. Cuando siento un dolor o una molestia, me quedo en silencio. Sé que mi Poder Superior me hará saber que necesito cambiar en mi vida para estar libre de enfermedades. En estos momentos de silencio imagino o visualizo los escenarios naturales más perfectos, con mis flores preferidas, que me rodean en abundancia. Puedo sentir y oler la dulce y tibia brisa que sopla y roza mi cara. Me concentro en relajar todos los músculos de mi cuerpo. Cuando noto que he llegado a un estado de relajación, sencillamente le pregunto a mi Sabiduría Interior: "¿De qué forma estoy contribuyendo a este problema? ¿Qué es lo que necesito saber? ¿Qué aspectos de mi vida necesitan un cambio?" Entonces dejo que me lleguen las respuestas. Es posible que no lleguen en este mismo momento, pero sé que pronto se me revelarán. Sean cualesquiera los cambios necesarios, serán los correctos para mí y que estaré completamente a salvo sea lo que sea que se despliegue ante mí. 

—¡Imaginación sola no por favor, Calandria! 

—Por ahí se empieza, Zoilo y Aristarco. Aquí les doy las diez maneras de amarnos. 1° Dejemos de criticarnos. Este es quizá el punto más importante. Si nos decimos a nosotros mismos que, pase lo que pase, estamos bien y valemos, podemos cambiar con facilidad nuestra vida... Piensen por un momento en las palabras que emplean cuando se regañan. Las más comunes son: estúpido, chico malo, chica mala, inútil, descuidado, feo, bobo, indigno, perezoso, desaseado... ¿Son éstas las mismas palabras que emplean para describirse? 2° Dejemos de asustarnos. Muchos de nosotros nos llenamos de miedo con pensamientos aterradores, logrando con ellos hacer las situaciones peores de lo que son. Tomamos un pequeño problema y lo transformamos en un monstruo gigantesco. Es una forma terrible de vivir, siempre a la espera de que ocurra lo peor. Si habitualmente repasas en tu mente situaciones o pensamientos negativos, busca la imagen de algo con lo que verdaderamente te gustaría reemplazarlos... 3° Seamos amables, cariñosos y pacientes con nosotros mismos... Piensa en tu mente como si fuera un jardín. Para empezar, un jardín es un trozo de tierra. Puede que en él haya muchas zarzas de odio a uno mismo y piedras de desesperación, rabia y preocupación. Hay un viejo árbol llamado miedo que necesita una buena poda o que lo corten. Una vez hayas limpiado bien el terreno y abonado la tierra, siembra algunas semillas de alegría y prosperidad. El sol brilla sobre tu jardín, y tú lo riegas, lo abonas y lo cuidas amorosamente. Al principio no se ve que suceda gran cosa. Pero tú no te detengas, continúa cuidando tu jardín. Si tienes paciencia, las plantas crecerán y se llenarán de flores. Lo mismo sucede en tu mente: tú seleccionas los pensamientos que vas a cuidar, y si tienes paciencia, verás cómo crecen y contribuyen a crear el jardín de experiencias que deseas. 4° Aprendamos a ser cariñosos con nuestra mente. No nos odiemos por tener pensamientos negativos. Podemos considerar que estos pensamientos nos "construyen", y no que nos "derriban". No tenemos por qué culparnos por tener experiencias negativas. Podemos aprender de ellas. Ser cariñosos con nosotros mismos quiere decir dejar de culparnos, dejar de sentirnos culpables, acabar con todo castigo y con todo dolor. También puede ayudarnos la relajación... En cualquier momento puedes cerrar los ojos, hacer unas cuantas respiraciones profundas y liberar cualquier tensión que lleves contigo. Al espirar, céntrate y di en silencio: "Te quiero. Está bien"... Es muy importante también la visualización... Todo el mundo puede hacer visualizaciones. Describir la casa en la que te gustaría vivir, tener una fantasía sexual, imaginar lo que le harías a una persona que te ha hecho daño, todo esto son visualizaciones. Es asombroso lo que es capaz de hacer la mente. 

—Eso me gusta. Hay mucha gente a la que me gustaría torcerle el cuello. Esto también vale ¿no? 

—5° Elogiémonos. Éste es el paso siguiente, Zoilo. La crítica deprime al espíritu; el elogio lo levanta. Reconoce tu Poder, reconoce a tu yo Dios. Todos somos expresiones de la Inteligencia Infinita. Cuando te desprecias, desprecias al Poder que te ha creado. Empieza por cosas pequeñas. Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa. Si lo haces una vez y dejas de hacerlo, no funciona. Continúa, sea un minuto cada vez. Créeme, a medida que lo vas haciendo resulta más fácil. La próxima vez que algas algo nuevo o diferente, o algo que comienzas a aprender y no sabes muy bien cómo hacerlo, proporciónate aliento y apoyo. 6. Amarnos significa apoyarnos. Acude a tus amigos y permíteles que te echen una mano. En realidad, es una muestra de fortaleza pedir ayuda. En todas las ciudades hay grupos de apoyo. Existen Programas de Doce Pasos casi para todos los problemas 

 —Uf.

 —Los grupos de apoyo se han convertido en una nueva entidad social y son instrumentos muy efectivos para esta compleja época. Muchas iglesias del “nuevo pensamiento”, como la de la Unidad y la de la Ciencia Religiosa, tienen grupos de apoyo que se reúnen semanalmente. En revistas y periódicos de la Nueva Era aparecen listas de grupos. Establecer una red de apoyo es muy importante. Te estimula y te pone en marcha. Sugiero que las personas que tienen ideas similares se reúnan y compartan sus experiencias en forma regular. 7° Amemos nuestros rasgos negativos. Todos ellos forman parte de nuestra creación, del mismo modo que todos nosotros formamos parte de la creación de Dios. La Inteligencia que nos ha creado no nos odia porque cometamos errores o porque nos enfademos con nuestros hijos. Esta Inteligencia sabe que hacemos lo mejor que sabemos y nos ama porque todos somos sus creaciones; de igual modo podemos amarnos nosotros... El humor es otro potente instrumento; nos ayuda a liberarnos y a aligerarnos durante las experiencias tensas y agotadoras... Cuando tenía mi consultorio particular solía hacer todo lo posible por conseguir que mis clientes se rieran de sus problemas. Cuando logramos ver nuestra vida como una obra de teatro que tiene un poco de telenovela, de comedia y de drama, conseguimos una mejor perspectiva y estamos  en camino de curar. El humor nos hace capaces de elevarnos por encima de la experiencia y mirarla desde una perspectiva más amplia. 8° Cuidemos nuestro cuerpo. 

 —Alguien preguntó alguna vez: ¿y qué vamos a hacer con tantos tontos sanos? 9° Trabajemos con el espejo. Siempre insisto en la importancia del trabajo con el espejo para descubrir la causa de un problema que nos impide amarnos (sic). Hay varias formas de llevar a la práctica este trabajo. A mí me gusta mirarme al espejo tan pronto como me levanto; es lo primero que hago por la mañana, y me digo: “Te amo. ¿Qué puedo hacer por ti hoy? ¿Cómo puedo hacerte feliz?” Si durante el día te sucede algo desagradable, ve al espejo y di: “Te amo de todas maneras”. También puedes perdonar frente al espejo.

 —Siempre es más fácil que hacerlo cara a cara, por aquello de que el espejo no contesta ni reprocha. 

 —Perdónate y perdona a los demás. Puedes hablar con otras personas mirándote en el espejo, sobre todo si temes hablar con ellas de determinadas cosas. Puedes limpiar y arreglar viejos asuntos pendientes con tus padres, jefes, médicos, hijos, amantes... Puedes decirles todas las cosas que no te atreves a decirles en persona; y acuérdate de finalizar la conversación pidiéndoles su amor y su aprobación, ya que eso es lo que verdaderamente necesitas 10° Amémonos ya, ahora mismo. No esperes a haber arreglado las cosas para amarte. La insatisfacción contigo mismo es una pauta habitual. Si logras sentirte satisfecho contigo mismo ahora, si puedes amarte y aprobarte ahora, entonces serás capaz de disfrutar de lo bueno cuando venga. Una vez que aprendas a amarte a ti mismo, comenzarás a amar y a aceptar a los demás... Si mantienes una relación con una persona realmente negativa y que no desea cambiar, necesitas amarte lo suficiente para poder alejarte de ella... No estamos aquí para contentar a otras personas o para vivir según sus directrices. Sólo podemos vivir a nuestra manera y caminar por nuestra propia senda Hemos venido a realizarnos a nosotros mismos y a expresar el amor en su sentido más profundo 

 —¿Y entonces? 

 —Y por encima de todas las cosas, tienes que amar al niño interior.

 —¿Por qué será que el tema es favorito de muchos autores? 

 —Juega con tu niño interior. Haz cosas que le gusten a tu niño. ¿Qué te gustaba de verdad hacer cuando eras pequeño? ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste? Con demasiada frecuencia el padre o la madre que llevamos dentro nos impiden divertirnos porque no es cosa de adultos. Así pues, tómate el tiempo necesario y diviértete. Haz las cosas tontas que hacías cuando eras niño, como saltar sobre montones de hojas o pasar corriendo bajo el chorro de agua de la manguera. Observa a los niños cuando juegan. Te traerá recuerdos de los juegos que jugabas. Si deseas más diversión en tu vida, comunícate con tu niño interior y actúa desde ese espacio de espontaneidad y alegría. Verás cómo comienzas a divertirte más, te lo prometo. Me parece que es muy bueno inventar una meditación para hacer que el niño interior se sienta a salvo. Como fui una niña que sufrió incesto (es medio verdad), he inventado una maravillosa imagen para mi pequeña. En primer lugar, tiene un hada madrina idéntica a la Billie Burke de El mago de Oz, porque eso es lo que a ella le gusta. Sé que cuando no estoy con ella, está con su hada madrina y está siempre segura. Vive en un ático muy alto y tiene un portero y dos perros grandes, de modo que sabe que jamás nadie le volverá a hacer daño. Cuando logro hacer que se sienta absolutamente segura, entonces yo, como adulta, puedo ayudarle a liberar y olvidar las experiencias dolorosas. 

 —Bueno, chicos, ahora vamos al juego de la soga: chicas contra chicos, unos contra otras en una prueba de fuerza. Los chicos creen que ganan, pero habrá que verlo. Hay que marcar la soga con una línea central. Así. Ahora dos metros de cada lado del centro de la línea. Cada equipo comienza con la línea central directamente sobre una línea marcada en la tierra a tirar de la cuerda , y una vez comenzado el tirón, intentan jalar al otro equipo hasta que la marca más cercana al equipo oponente cruce la línea central, o cuando cometan una falta (cuando un miembro del equipo cae o se sienta).

 —Entendido. Empezamos con la comunicación con nuestros padres. Mis años de adolescente fueron los más difíciles de mi época de crecimiento. Tenía muchos interrogantes, pero no quería escuchar a aquellos que creían tener todas las respuestas, en especial los adultos. Sentía una especial animosidad contra mis padres, porque fui una hija maltratada. Me era imposible comprender cómo mi padrastro podía abusar de mí de aquella forma, y tampoco comprendía cómo mi madre podía tolerarlo y hacer como que no se daba cuenta. Me sentía engañada e incomprendida, y estaba segura de que concretamente mi familia y, en general el mundo, estaban contra mí. —Pero eso ya lo dijo Ágata. ¿También te ocurrió a ti, Calíope?

 —Un jalón para aceptar la prosperidad. No tiene fórmula, pero una de las maneras de atraer dinero a tu vida es contribuir con el diezmo. Contribuir con el diez por ciento de los ingresos es un principio instaurado hace muchísimos años; a mí me gusta considerarlo como una “devolución a la Vida”... Sin embargo, si aportas tu diezmo con el único fin de “tener más”, es que no has entendido de qué va la cosa. Lo que se da ha de darse libremente o no funciona 

 —Otra manera de hacer buenos negocios es que tengan a la autora como modelo. Ella les dice qué cambios hay que hacer, cómo y cuándo. No cabe duda de que ha sido una empresaria exitosa. ¿Pero podrán serlo ustedes? 

 —Sí, porque si no te alcanzan tus sentidos, puedes obtener poderes extrasensoriales.

 —Me interesa. 

 —Y a mí también. 

 —Se dice que sólo utilizamos el diez por ciento de nuestro cerebro: ¡sólo el diez por ciento! ¿Para qué está el otro noventa por ciento? Yo creo que las dotes psíquicas… 

 —Eso que afirmaste es un mito… de la misma calaña que el de beber diariamente ocho vasos de agua para no deshidratarnos. El primero lo atribuyen unos a Wiliam James y otros a Albert Einstein. Sin duda alguna, si fue del segundo, era un gran chiste. Por cierto que en ese mito se basa la película Lucy protagonizada por la bella Scarlett Johansson. Respecto del segundo mito, en los años 40, un investigador del Consejo de Alimentación y Nutrición de Estados Unidos recomendó el consumo de 1 ml de agua por cada caloría de comida consumida. En una dieta de 2.000 calorías, esto equivale a ocho vasos de agua. El investigador, sin embargo, estaba hablando del consumo total de agua, incluyendo el agua que está en la comida. Nuestros alimentos contienen mucha agua. Una papa está formada por un 75% de agua. Entonces, incluyendo el agua que está en nuestra comida, necesitamos tomar mucho menos de ocho vasos de agua al día. Los periodistas que reportaron este hallazgo lo malentendieron. Informaron que era necesario beber ocho vasos de agua. La publicidad para jugos y agua embotellada hizo el resto…

 —… yo creo que las dotes psíquicas de la telepatía, la clarividencia y la clariaudiencia son capacidades normales y naturales. Lo que sucede es que no nos permitimos experimentar estos fenómenos. Tenemos todo tipo de motivos para no experimentarlos o para no creernos capaces para ello. Con cierta frecuencia los niños pequeños tienen muchas dotes psíquicas. Por desgracia los padres les dicen en seguida: “No digas eso”, “Es sólo tu imaginación”, “No creas en esas tonterías”... El niño va inevitablemente desconectando esas capacidades. 

 —Creí que era otra cosa porque esto ya se lo había oído a Rousseau. “Todo está bien al salir de las manos del autor de la naturaleza; todo degenera en manos del hombre”, dijo al comienzo del Emilio. Tan degenerado era él que según iban naciendo sus hijos los iba arrojando en el orfanato. Pero hablando en serio, no hay ninguna sociedad que enseñe el mal. En realidad, ‘bueno’ y ‘malo’ son valores sociales que el individuo hace propios. 

 —Ese asunto lo discutimos después. Sigamos con el que traía.

 —Esta gente, Zoilo, no tiene capacidad de diálogo. Vive alucinando. Por eso no te contestan. 

 —Eso creo yo, Aristarco. 

 —Sigo. Creo que la mente es capaz de cosas increíbles. Estoy segura de que yo podría ir perfectamente de Nueva York a Los Ángeles sin avión si supiera desmaterializarme y luego volverme a materializar allí. Aún no sé cómo, pero sé que es posible

 —Definitivamente, la autora ha visto mucha TV. Flash, Superman, Spiderman y otros héroes voladores le han confundido la cabeza.

 —Pero para obtener los supersentidos debemos cambiar. Cambiar significa liberarnos de los sentimientos de aislamiento, separación, soledad, rabia, temor y dolor; significa crearnos una vida llena de paz, en donde podamos relajarnos y disfrutar de las cosas tal como se nos presentan sabiendo que todo va a ir bien. A mí me gusta emplear la afirmación siguiente: "La vida es maravillosa; todo está bien en mi mundo, y siempre avanzo hacia un bien mayor". De esa forma no importa qué dirección tome mi vida porque sé que va a ser maravillosa. Por lo tanto, puedo disfrutar de toda suerte de circunstancias y situaciones. Existe la costumbre de hacer buenos propósitos cuando empieza un año, pero muy pronto se abandonan porque no van acompañados de ningún cambio interior. "No volveré a fumar", dice alguien. De entrada, esta frase es negativa y no le dice al subconsciente lo que ha de hacer. Esta persona podría decir mejor: "Todo deseo de cigarrillo me ha dejado y estoy libre". 

 —A veces las cosas empeoran antes de mejorar, Calíope. Acuérdate de la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal» 

 —Es cierto, pero eso no es malo; eso está bien porque quiere decir que se está iniciando el proceso. Los viejos hilos comienzan a desenredarse, de modo que tienes que deslizarte con ellos. No te asustes ni pienses que tus esfuerzos no dan resultado. Sencillamente continúa trabajando con tus afirmaciones y las nuevas creencias que estás sembrando. 

 —No sé, Calíope, pero a mí me parece que ese es el camino del desastre seguro. ¿Qué dices tú, Aristarco? 

 —Escucha a la loca ésta. Dale un poco de cuerda y verás cómo se caen todas de espaldas. 

 —Pienso que cuanto más pronto dejemos de lado nuestros prejuicios y trabajemos por una solución positiva a la crisis, más pronto sanará todo el planeta. Sin embargo, no podemos sanar el planeta si permitimos que sufra la gente. En mi opinión, el sida forma parte de la contaminación del planeta. ¿Sabías que los delfines de las costas de California están muriendo de enfermedades de inmunodeficiencia? Yo no creo que eso se deba a sus prácticas sexuales. Hemos contaminado nuestras tierras hasta el punto de que gran parte de la producción agrícola no es apta para el consumo. Estamos matando a los peces en nuestros mares. Estamos contaminando el aire, de modo que ahora hay lluvia ácida y un agujero en la capa de ozono. Y continuamos contaminando nuestros cuerpos. El sida es un mal-estar terrible; sin embargo, el número de personas que mueren de sida es menor que el de personas que mueren de cáncer, de un infarto o por causa del tabaco. Buscamos venenos cada vez más potentes para eliminar las enfermedades que creamos, pero no queremos cambiar nuestro estilo de vida ni nuestra alimentación. Preferimos tomar algún fármaco o someternos a una operación quirúrgica, que sanar. 

 —¿Qué te decía, Zoilo? 

—Cuanto más reprimidos, más problemas se manifiestan de otras formas. La medicina y la cirugía sólo se ocupan del diez por ciento de todas las enfermedades; parece increíble pero es cierto. Con todo el dinero que gastamos en productos químicos, radiaciones y cirugía, resulta que todo esto sólo cura el diez por ciento de nuestras enfermedades. Leí en un artículo que las enfermedades del próximo siglo estarán causadas por nuevas cepas de bacterias que afectarán a nuestro debilitado sistema inmunitario. Estas cepas de bacterias han comenzado a mutarse de modo que los fármacos que tenemos ahora no tendrán ningún efecto sobre ellas.

 —¿Te pasaste de nuestro lado? 

 —No creo, porque nosotras estamos en la vanguardia de las fuerzas que van ayudar a sanar el planeta. Estamos en un punto ahora mismo en que tanto podemos destruir a la humanidad entera como sanar el planeta. No depende de "ellos", depende de nosotros, individual y colectivamente. Veo que tenemos la oportunidad de combinar las tecnologías del pasado y del futuro con las verdades espirituales de ayer, hoy y mañana. Es hora de que estos elementos se unan. Mediante la comprensión de que los actos de violencia los cometen personas que son niños traumatizados, podríamos combinar nuestros conocimientos y nuestra tecnología para ayudarles a cambiar. No perpetuemos la violencia iniciando guerras o metiendo a personas en prisión y luego olvidándonos de ellas. En lugar de eso, fomentemos la conciencia de nosotros mismos, la autoestima y el amor. Los instrumentos para la transformación están disponibles; sólo tenemos que utilizarlos. 

 —Te recuerdo, Calíope, que, cuando tú decías lo que dijiste, las bombas caían por millares sobre Bagdad, y Fidel Castro había condenado, en juicios sumarios, a más de 72 disidentes. ¡Paz y amor!

 —Pero esas ideas escépticas sobre la bondad humana no son exclusivas tuyas. Según una noticia publicada en todo el mundo el 22 de enero de 2013, el naturalista británico David Attenborough cree que los humanos son "una plaga sobre la Tierra" e instó a controlar el crecimiento de la población para que ésta sobreviva El prestigioso naturalista, de 86 años, mostró su pesimismo con respecto al futuro del planeta, al que, según su criterio, no afecta sólo el cambio climático, sino también la presencia masificada de humanos, para los que quizá no haya recursos suficientes. "No se trata sólo de cambio climático. Es también una cuestión de espacio, de si habrá suficiente sitio para cultivar alimentos que suministrar a toda esa enorme multitud", explicó Attenborough. Attenborough prevé que los efectos de la masificación humana y la contaminación serán visibles en cincuenta años y que, mientras no se tenga una línea de actuación coordinada por todos los países, la situación en el planeta "no hará otra cosa que empeorar. Yo voy más lejos que Attenborough, porque pienso que el hombre llegó tarde a la ecología, aunque, por su puesto, eso no tiene importancia. ‘Tarde’ y ‘temprano’ son términos para gente que tiene tiempo. 

 —Chicos, ya está bueno de tanto poder, aunque esté dentro de nosotros. ¿Jugamos a la gallina ciega? A ver, Zoilo, ven para que te vende. Después que te demos unas vueltas, vas a tratar de pillarnos. El que caiga toma tu puesto. ¿Entendido? 

 — Gallinita, gallinita ¿Qué se te ha perdido en el pajar? /Una aguja y un dedal/ Da tres vueltas y la encontrarás 



 —Así que Leibniz, dices tú, Ágata, es el filósofo más optimista que ha habido. ¿Por qué no nos echas el cuento completo mientras le damos vueltas a Zoilo? 

 —Con gusto, Calandria. Gott Wilhem LEIBNIZ (1983) nació en Leipzig el 1 de julio de 1646. Murió en Hannover el 14 de noviembre de 1716. Cursó sus primeros estudios en la Nikolaischule de su ciudad natal y muy pronto llegó a dominar las lenguas clásicas. A los 15 años ingresó en la Universidad de Leipzig para seguir los estudios de leyes y filosofía con el neoaristotélico Thomasius. En Jena estudió matemáticas con el célebre E. Weigel. En noviembre de 1672 fue graduado doctor en leyes en la Universidad de Altdorf. —En Nüremberg llegó a ser secretario de la sociedad alquimista. —Cállate, Zoilo. Tú sólo oye, gira y busca. ¿Quién te pegó? Viajó por Alemania, Holanda (donde conoció a Spinoza), Inglaterra, Francia e Italia. Su actividad fue prodigiosa en todas las ciencias y en la política. —Adivina quién te pellizcó, Zoilo. Para citar un solo ejemplo de la significación de Leibniz en la historia de la ciencia moderna, recordemos que su nombre está unido al descubrimiento del cálculo infinitesimal, que halló por un método distinto al de Newton y sin saber el uno del otro. Su escrito se publicó en 1684, mientras que el de Newton no apareció hasta 1687. Con este motivo, y a raíz de la prioridad del hallazgo, surgió una contienda un tanto desagradable 

 —Te reconocí, Calandria. 

 —Pero no me tocaste. Desde el punto de vista de la historia de la filosofía, el mejor ángulo desde el cual poder juzgarlo es un breve párrafo de su carta del 10 de enero de 1714 a Rémond: “En todo tiempo 130 me ocupé de descubrir la verdad que se halla soterrada y dispersa en las diversas sectas filosóficas y de juntarla consigo misma” 

 —”¿Y qué es la verdad?”, preguntó Pilato al Cristo. No obtuvo respuesta.

 —La verdad —aunque sea motivo de mofa y burla de un cínico como tú—, en cualquier orden de cosas, al margen de todas las posiciones demasiado estáticas o limitadamente sectarias, fue la meta de su enorme dinamismo espiritual. Leibniz fue realmente un espíritu universal, para quien no existía campo de saber que no provocara sus desvelos más íntimos y desinteresados. Ya hemos dicho cómo descubrió el cálculo infinitesimal en el campo de la Matemática. En el de la Física, fue el primero en formular la ley de la conservación de la energía. La Lógica lo cuenta entre los fundadores de la Logística. En Psicología descubre el inconsciente. En el terreno de la Historia, enseña prácticamente la forma de estudiar a fondo las fuentes. En la Economía, desarrolla una serie de proyectos prácticos para la explotación de las minas, para el alumbramiento de las aguas, para el cultivo del campo, etc. Junto a esto es un autorizado jurista. Obra suya es la Academia de Ciencias de Prusia, de la que fue el primer presidente. Pero, por encima de todo, es indudablemente un filósofo; un filósofo en el más puro sentido aristotélico del término, un enamorado del saber, un afanoso buscador de lo primario y fundamental de las cosas, de lo básico e irrevocable de la vida y de todos los modos de existir. 

 —Ya va, un momento. Deténganse. ¿Qué es todo este cacareo?

 —Esto viene a cuento para justificar que no un cualquiera afirmó que Dios escogió el mejor de todos los mundos posibles. 

 —Me entero, porque yo veo el mal que crece como la verdolaga. J. MARITAIN (1962) enunció como primera ley funcional de la historia, fórmula axiomática según él, la “ley del doble progreso contrario”. Para el filósofo francés, la historia progresa pero en dos direcciones contrarias: hacia el bien y hacia el mal. “Desde el punto de vista filosófico, debemos decir que el movimiento de progresión de las sociedades depende de esta ley del doble movimiento —que podría ser llamada, en esta instancia, la ley de la degradación, por un lado, y de la revitalización, por el otro, de la energía de la historia” (p. 51). En palabras más sencillas, desde las últimas décadas del siglo XVIII se ha acentuado la defensa de los derechos humanos y de la dignidad de la persona. Pero por otro lado, guerras destructoras han asesinado en masa –científicamente- millones de seres. 

 —¿Estás diciendo que Dios es el mal? 

 —No. Estoy diciendo que Dios, habiendo escogido el más perfecto de todos los mundos posibles, fue llevado por su sabiduría a permitir el mal que era ajeno a Él, pero ello no impide que, por muy limitado y desorientado que pueda estar este mundo, no sea el mejor que pudiera escogerse. 

 —¿Es decir que el mal es necesario? Y otra pregunta: si la naturaleza es perfecta, ¿por qué lo imperfecto es la especie humana?

 —A mí me intriga el asunto del mal. Pienso que es un sentimiento, que se genera cuando nuestra intimidad más íntima es amenazada. ¿Qué dice Leibniz? 

 —Bueno, si tanto te interesa el tema, te diré que, para él, el mal puede ser metafísico, físico y moral. El primero no es causado por Dios, depende sólo de la limitación de la criatura, que la hace menos perfecta que Dios. El mal físico es una negación (la ceguera, por ejemplo). Como tal, no tiene causa eficiente, sino deficiente. No es imputable a Dios, por lo tanto. Sólo puede quererlo como castigo para una culpa o para producir un bien mayor. 

 —¿Y por qué atribuirle pasiones a Dios? A mi modo de ver, no es capaz de premiar ni de castigar: eso sería “humanizarlo”.

—En cuanto al mal moral, no lo quiere tampoco Dios, pero hay que distinguir entre la voluntad antecedente de Dios por la que quiere el bien y la consecuente, por la que quiere lo mejor. No concurre, pues, al mal moral, cuando se da, sino sólo al bien, aunque de ello resulte un mal para obtener un bien mayor. 

 —¡Ni Maquiavelo lo diría tan bien! ¡El fin justifica los medios!

 — Hay armonía entre el reino Físico de la Naturaleza y el reino Moral de la Gracia, es decir, entre Dios considerado como Arquitecto de la Máquina del universo, y Dios considerado como Monarca de la ciudad divina de los Espíritus (& 87) 

 —En tan sesudo tema, les propongo un acertijo cardinal: “El optimista cree que vivimos en el mejor mundo posible. El pesimista teme que esto sea verdad” (BLOCH, 1987:14)

 —Hay que considerar dos principios en el pensamiento leibniziano. El principio de la lex melioris, fundamento de su optimismo, que coincide realmente con el principio de la razón suficiente. La lex melioris nos dice que, de entre los infinitos mundos posibles, Dios ha elegido y realizado el mejor. Su voluntad tuvo que determinarse por el mundo mejor “Pues, si no, no habría tenido Dios razón suficiente para crear un mundo”, según dice en Teod. III, 416. Este optimismo, por otra parte, no coarta en nada la libertad divina, ya que es la suprema libertad el hecho de poder elegir lo mejor posible. El no poder elegir otro mundo que la lex melioris impone a Dios no es una coacción o limitación de su voluntad, sino una sublimación de su libre albedrío, un acto de servicio espontáneo y voluntario a su supremo y perfectísimo entendimiento. 

 —Su filosofía intenta conjugar armónicamente la idea de la absoluta racionalidad del mundo, la universalidad y la individualidad autónoma, la armonía perfecta de todas las cosas, la infinitud cuantitativa y cualitativa del universo, la hipótesis de la explicación mecánica de la naturaleza. Pero al mismo tiempo, no fue Leibniz el filósofo solitario que, como Spinoza, consume su filosofar en el aislamiento, sino que trató de 132 influir sobre los príncipes con el noble propósito de conciliar todas las disparidades en un limitado progreso de la cultura. 

 —En fin, habiendo elegido Dios este mundo entre una infinidad de posibles, es éste el mejor de todos, de donde se deriva el optimismo de Leibniz. Todo tiende en él a lo mejor, y lo malo o lo injusto no es sino un paso para la consecución de algo mejor. 

 —¡Gracias a ti, san Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, que nos diste la clave del obrar divino! ¡Genial! 

 —No blasfemes, Aristarco. Dice Leibniz en su Discurso de metafísica: “La noción de Dios más admitida y más significativa que tenemos está bastante bien expresada en estos términos: que Dios es un ser absolutamente perfecto; pero no se consideran suficientemente sus consecuencias... De donde se sigue que, poseyendo Dios la sabiduría suprema e infinita, obra de la manera más perfecta, no solamente en sentido metafísico sino también moralmente hablando y que puede decirse, en lo que a nosotros concierne, que cuanto más informados e iluminados estemos acerca de las obras de Dios, más inclinados estaremos a encontrarlas excelentes y totalmente conformes a cuanto se hubiera podido desear” (& 1). 

 —Aun admitiendo su existencia, sostengo que no hay ninguna bondad en sus obras, porque las reglas de la bondad y de la belleza son arbitrarias. Lo que ustedes llaman bello, yo llamo feo. Lo que para ustedes es bueno, para mí es malo. 

 —El propio filósofo consideró esa objeción, Aristarco. “Confieso que la opinión contraria —escribió en &2 de su Discurso de Metafísica— me parece extremadamente peligrosa y muy próxima a la de los últimos innovadores, cuya opinión es que la belleza del universo y la bondad que atribuimos a las obras de Dios, no son más que quimeras de los hombres que conciben a Dios a su manera. Además diciendo que las cosas no son buenas por ninguna regla de bondad, sino sólo por la voluntad de Dios, se destruye, sin darse cuenta, me parece a mí, todo el amor de Dios y toda su gloria. ¿A qué alabarlo por lo que ha hecho si sería igualmente loable habiendo hecho todo lo contrario? ¿Dónde estarán su justicia y su sabiduría si no le queda más que un cierto poder despótico, si la voluntad ocupa el lugar de la razón y si, según la definición de los tiranos, lo que agrada al más poderoso es justo por esos mismo?” 

 —El amor de Dios exige una total satisfacción y aquiescencia respecto de lo que hace. “En efecto, los que no están satisfechos con lo que Él hace me parecen individuos descontentos cuya intención no es muy diferente de la intención de los rebeldes. Creo, pues, que según estos principios, para proceder de acuerdo con el amor de Dios no basta tener paciencia a la fuerza; es preciso sentirse verdaderamente satisfecho con todo lo que nos haya sucedido por su voluntad” (& 4).

 —Dios es el monarca de la más perfecta república. “Y si el primer principio de la existencia del mundo físico es el decreto de darle la mayor perfección posible, el primer designio del mundo moral o ciudad de Dios, que es la parte más noble del universo, debe ser repartir en él la mayor felicidad que sea posible” (& 36) 

 —No andaba muy descaminada Louis L. Hay cuando afirmaba la revelación. Para Leibniz la forma más completa de conocimiento es la intuición. Y esto está perfectamente claro en su famosa teoría de los relojes que explica las relaciones del alma y del cuerpo. El alma y el cuerpo, según Leibniz, son como dos relojes que marchan perfectamente de acuerdo. Es decir, a un estímulo de uno corresponde una sensación del otro y a una orden de uno, una modificación del otro. ¿Cómo puede explicarse esta perfecta concordancia? Muy sencillo. Primero, en la creencia vulgar, están mutuamente conectados y actúan uno sobre otro. Segundo, en la opinión de los ocasionalistas (Guelinex, Malebranche), hay un relojero que los hace coincidir (las modificaciones de uno son ocasión de que Dios provoque algún fenómeno correspondiente en el otro). Tercero, según Spinoza, en realidad hay un solo reloj con dos esferas: el cuerpo y el alma no son más que dos atributos de una misma sustancia infinita. Cuarto, pero según Leibniz, han sido construidos perfectamente por un sabio relojero para que vayan siempre en armonía, independientes el uno del otro.

 * 

 —Chicos, vamos a jugar a la candelita y nos vamos. Está bien por hoy ¿no?

 —Siiiiií. 



—Cinco. Perfecto. Ustedes, Calíope 

y Ágata, se van a la esquinas del Este y del Oeste; Calixto, al Norte y yo al Sur. Zoilo se queda en medio pidiendo la candelita

 —¿ Y Aristarco? 

 —Público. Espantapájaros. A menos que el hombre aprenda rápidamente a dominar el ritmo del cambio en sus asuntos personales, y también en la sociedad en general, nos veremos condenados a un fracaso masivo de adaptación. —No te preocupes por mí, Calandria. No estoy interesado en ese juego, juego del “shock del futuro” que lo llamó Alvin TOFFLER (1974). Yo estaré viendo los toros desde la barrera, porque ya no es un posible remoto, sino una verdadera enfermedad que afecta a un número creciente de personas. Este estado psicobilógico puede describirse en términos médicos y psiquiátricos. Es la enfermedad del cambio. Y ustedes están enfermos, corriendo de aquí para allá sin sentido. 

 —Una candelita, por amor de Dios. 

 —Aquí no hay, pero por allá jumea. 

 —Me espanta lo poco que saben tú, Calandria y los que son como tú, hoy en día de adaptabilidad, tanto los que exigen y producen grandes cambios en nuestra sociedad como aquellos que pretenden prepararnos  para hacer frente a tales cambios. Graves intelectuales hablan enérgicamente de la “educación para el cambio” o de la “preparación de la gente para el futuro”. Pero virtualmente nada sabemos sobre la manera de hacerlos. En el medio más velozmente cambiante con que jamás se haya enfrentado el hombre, seguimos ignorando lastimosamente las reacciones del animal humano —Sí, Aristarco, tienes razón en lo que tienes razón. Hasta ahora, el hombre estudió el pasado para arrojar luz sobre el presente, pero ya Toffler y otros le están dando la vuelta al espejo del tiempo, convencidos de que una imagen coherente del futuro puede darnos valiosas perspectivas sobre el día de hoy. Es cierto, si no empleamos el futuro como instrumento intelectual, nos será cada vez más difícil comprender nuestros problemas personales y públicos. Pero, ánimo, que ya vienen los exploradores del futuro a enseñarnos la teoría de la adaptación para que no se produzca el shock.

 —Por estar distraída en tonterías, te quedaste sin puesto, Calíope. Pasa al medio a pedir candelita.

 —Una candelita, por amor de Dios. 

 —Aquí no hay, pero por allá jumea.

 —Durante los últimos 300 años, la sociedad occidental se ha visto azotada por la furiosa tormenta del cambio. Y esta tormenta, lejos de menguar, parece estar adquiriendo nueva fuerza. El cambio barre los países altamente industrializados con olas de velocidad creciente y de fuerza nunca vista. Crea a su paso una serie de curiosos productos sociales, desde las iglesias psicodélicas y las “universidades libres” hasta ciudades científicas en el Ártico y clubs de amas de casa en California. El shock cultural es el efecto que sufre el visitante no preparado al verse inmerso en una cultura extraña... El shock es la desorientación vertiginosa producida por la llegada prematura del futuro. Y puede ser la enfermedad más grave del mañana. El shock del futuro es un fenómeno del tiempo, un producto del ritmo enormemente acelerado del cambio en la sociedad. 

 —No seas pesimista, Aristarco. Un creciente grupo de opinión, digno de confianza, afirma que el momento actual representa nada menos que el segundo hito crucial de la historia humana, sólo comparable en magnitud, a la primera gran interrupción de la continuidad histórica: el paso de la barbarie a la civilización. Y a mí me gusta el cambio. El futuro ya ha llegado. Y a mí me gusta el futuro. 

 —Es cierto, Calandria. Detrás de prodigiosos hechos económicos — Apple y Google son dos de las más ricas compañías del mundo— se oculta el rugiente y poderoso motor del cambio: la tecnología. La tecnología involucra técnicas, máquinas que pueden ser o no ser necesarias para aplicarlas. Pero comprende también sistemas para provocar reacciones químicas, maneras de criar peces o de repoblar  bosques, de instalar teatros de luz, de contar votos o de contar la Historia... La aceleración del presente suele dramatizarse con el simple relato del progreso en los transportes. Sólo en 1.600 a. C., con el invento del carro, se elevó la velocidad máxima a unos dieciséis kilómetros por hora. Tan impresionante fue este invento y tan difícil de superar esta velocidad tope que, 3.500 años más tarde, cuando empezó en 1784 a funcionar en Inglaterra el primer coche correo, éste sólo alcanzó un promedio de treinta kilómetros por hora. La primera locomotora de vapor, fabricada en 1825, alcanzó una velocidad máxima de veinte kilómetros, y los grandes barcos de vela de la época navegaban a menos de la mitad de esta velocidad. Hoy los trenes de alta velocidad han superado los 400 Km/h 

—La razón de esto es que la tecnología se alimenta a sí misma. La tecnología hace posible una mayor cantidad de tecnología, como podemos ver si observamos un momento el proceso de innovación. La innovación tecnológica se compone de tres fases. Ante todo está la idea creadora y factible. En segundo lugar, su aplicación práctica. En tercer término, su difusión en la sociedad. Además, hay que comprender que la innovación tecnológica no combina y recombina simplemente máquinas y técnicas. Las nuevas máquinas importantes hacen algo más que aconsejar u obligar a hacer cambios en otras máquinas: sugiere nuevas soluciones a los problemas sociales, filosóficos e incluso personales. Alteran todo el medio intelectual del hombre, su manera de pensar y ver el mundo. Y a mí esto me gusta.

 —Es apasionante. Lo malo para mí, Calíope, es que para cada nueva presentación de Apple hay que madrugar para hacerse de lo nuevo, ja, ja, ja. 

—Pero si la tecnología tiene que ser considerada como un gran motor, como un poderoso acelerador, entonces el conocimiento tiene que ser considerado como carburante. 

—Así es. Por eso dentro de los principales centros de cambio tecnológico y cultural, hay millones de hombres y mujeres de los que puede decirse que viven ya la vida del futuro... ¿Qué los diferencia del resto de la humanidad? Ciertamente, son más ricos, están más bien educados, se mueven más que la mayoría de los componentes de la especie humana. También viven más tiempo. Pero lo que caracteriza específicamente a los hombres del futuro es que han adoptado ya el acelerado ritmo de la vida. “Viven más de prisa” que los que los rodean. 

 —Pero muchos conflictos antes incomprensibles —entre generaciones, entre padres e hijos, entre maridos y esposas— pueden derivarse de reacciones diferenciales a la aceleración del ritmo de la vida. Y lo propio puede decirse de los choques entre culturas. 

 —Una candelita, por amor de Dios.

 —Aquí no hay, pero por allá jumea. No cabe duda de que esa es una fuente de problemas. La percepción del tiempo por el hombre está 136 íntimamente relacionada con sus ritmos internos, pero sus reacciones al tiempo están culturalmente condicionadas. Por ejemplo, el niño aprende, desde la primera infancia, que cuando su papá se marcha al trabajo por la mañana quiere decir que no volverá a casa en muchas horas. Si lo hace, algo anda mal; se ha roto la pauta. Y el niño lo siente. Incluso el perro de la casa. Ahora bien, estas expectativas de duración, diferentes en cada sociedad, pero aprendidas precozmente y profundamente arraigadas, se ven transformadas cuando se altera el ritmo de la vida. Dicho en otras palabras, el ritmo de la vida debe ser considerado como algo más que una fase familiar, que una fuente de bromas, suspiros, lamentos y desánimos. Es una variable psicológica, de importancia crucial, sin duda alguna, que ha pasado casi inadvertida... Pues es precisamente a través del ritmo acelerado de la vida cómo la creciente velocidad del cambio científico, tecnológico y social se deja sentir en la vida del individuo. 

 —Ah, perdiste el puesto, Calandria. Y lo perdiste por estar enviando mensajitos tontos a Calíope, cuando la tienes al lado. A pedir candelita. 

 —Una candelita, por el amor de Dios. 

 —Aquí no hay, pero por allá jumea. 

 —El concepto de transitoriedad nos da el eslabón que faltaba, desde hace tiempo, entre las teorías sociológicas de cambio y la psicología de los seres humanos individuales. La transitoriedad es la nueva “temporalidad” de la vida cotidiana. Da origen a una impresión, a un sentimiento de impermanencia... Relaciones que antaño duraron largo período de tiempo tienen ahora expectativas de una vida más breve. Es esta abreviación, esta comprensión, lo que origina el casi tangible sentimiento de que vivimos desarraigados y vacilantes en un paisaje de dunas cambiantes. La gente del futuro vive en una condición de “transitoriedad alta”, una condición en que la duración de las relaciones se abrevia, y su cambio se hace sumamente rápido. En sus vidas, las cosas, los lugares, las personas, las ideas y las estructuras organizadas se “gastan” más de prisa. Esto influye enormemente en su modo de experimentar la realidad, en su sentido del compromiso y en su capacidad –o incapacidad- de enfrentarse con las situaciones. Es esta rápida sustitución, combinada con la creciente novedad y complejidad del medio, que violenta la capacidad de adaptación y crea el peligro del “shock” del futuro. 

 —En otros términos, la nuestra es la sociedad del ‘tírese después de usado’. Y los primeros en ser arrojados somos nosotros mismos. Claro que no tenemos tiempo de darnos cuenta. Y tienen razón, candelosos, es lo mejor que nos puede ocurrir. La conciencia ha sido la mayor desgracia del hombre.

 —Antes del desbarajuste, chicos, tomémonos una selfi. 

 —Allá vamos, Calixto. 

 —¡Ya! 



Bibliografía mínima 

BLOCH, A. (1982). Ley de Murphy y otras razones de por qué las cosas salen mal. México: Diana (5° reimpresión) 
BLOCH, A. (1987) Ley de Murphy II. Más razones por las que las cosas salen mal. México: Diana (6°)
 BLOCH, A. (1988). Ley de Murphy III. Razones equivocadas de por qué las cosas salen mal. Venezuela: Diana. 
DYER, W. (1992).La fuerza de creer. Cómo cambiar su vida. Caracas: Grijalbo. 
HAY, L.L., y Carwin Tomchim, L. (1997). El poder está dentro de ti. Barcelona: Urano. 
HAY, L. L. (2000). Usted puede sanar su vida. Barcelona:Urano (25°) 
LEIBNIZ, G. W. (1983). Monadología / Discurso de metafísica / Profesión de fe del filósofo. Barcelona: Orbis. 
MARITAIN, J. (1962). Filosofía de la historia. Buenos Aires: Troquel. 
TOFFLER, A. (1974). El shock del futuro. Barcelona: Plaza & Janés