domingo, 8 de marzo de 2009

Teorìa de la revolución: El desorden

Un índice de la inconfundible escritura del maestro de Caracas que fue Simón Rodríguez es la definición. Cuando se lo lee con calma, podemos imaginarnos sentados en un banco de su escuela escuchando la correcta significación de los términos. Era tan obsesiva en él esta tarea que en sus obras, de apenas 746 páginas, hay más de 300 definiciones. Y pocos términos son tratados tan minuciosamente como conveniencia y orden. 

Dijo del primero: “Promete el Gobierno algo y firma... por conveniencia. Se lo recuerdan, y lo difiere para cuando convenga. Le instan, y se descarga con no conviene. Le requieren y falta a su palabra por conviene. Se le quejan, y se disculpa con que así conviene. Le reclaman perjuicios, y se hace el sordo por conveniencia pública”. 

Y del segundo escribió: “Meter a uno en la cárcel porque se queja es poner orden. Imponer silencio es llamar al orden. Revolver un vecindario es establecer el orden. Se destituye, destierra o mata por conservar el orden. Todo el mal que resulta está en el orden. Y el fin que se lleva en todo es el orden público”. Tal esfuerzo del filósofo es porque “la inteligencia de estas dos palabras es la causa de todos nuestros desaciertos” -dijo en 1842 y pudiera repetir en 2009-. 

En aquel tiempo, como ahora, “el curso de la Revolución (que ha dado en catarata y poco le falta para precipitarse en cascada)” devino en DESORDEN con nombre de RE PÚ BLI CA. (¿Qué mayor desorden, con una caída ilegal e inmoral superior a la del Churún Merú, que la protagonizada por el intento de salto de la cerca de una planta procesadora de arroz hecha por un gobernador!).

 Pero el desorden, que hoy impunemente reproducimos, empezó en 1989. El 27 de febrero de ese año no es el día de la participación protagónica del pueblo, como dicen insistentemente los que buscan mantener el curso de la revolución. Tampoco es la memoria que regresa para “advertirnos de lo que es capaz un pueblo enardecido”, como escribió El Nacional en un editorial. No me cabe la menor duda de que el redactor debió haber escrito enloquecido y hubiera sido justo. Milagros Socorro lo dijo impecablemente: “hace 20 años que la gente salió a saquear y robar”. Y añadió que de tan infausta fecha “sólo han quedado deudos lamentando la muerte de sus seres queridos y una persistente impunidad”. Como la del gobernador (¿!) de marras. Sólo de un pueblo que pierde la cordura se pueden hacer las aseveraciones citadas. Y más locura sería unir los militares al “pueblo pobre” en el hipotético caso –“Dios no lo quiera”- de que “se desatara de nuevo” (sic) para atacar a los ricos

Publicado por Tal Cual, pág. 21, el miércoles 11 de marzo de 2009.


Llegado hasta aquí, lector, te pido un Comentario para que me orientes. Salud.

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