martes, 15 de julio de 2008

Un enemigo del pueblo





Por su obras de gran realismo social y sicológico, H. Ibsen (1828-1906) fue un dramaturgo noruego reconocido como el creador del drama moderno. En casi todas sus obras –escribió 25-, la acción dramática gira alrededor de un personaje en conflicto con la sociedad contemporánea y estalla al ir conociéndose los acontecimientos del pasado. Recordamos, en este sentido, Casa de muñecas y Un enemigo del pueblo.

Escrita por Ibsen en 1882 para tocar a fondo la corrupción del poder y los laberintos de la democracia, Un enemigo del pueblo es obra extraordinariamente actual. De manera descarnada revela la fuerza de la verdad oficial, la componenda política, el silencio comprometido y, sobre todo, la complicidad popular que se niega a develar una mentira criminal, que va en contra de sus verdaderos intereses, aunque no inmediatos.

La anécdota es muy sencilla. Acompañado de su mujer e hija, el doctor Stockmann regresa un día al pueblo natal. Por consejo del propio médico que ahora retorna, el lugar ha ganado prosperidad al aprovechar las aguas termales y construir un balneario turístico. El alcalde es otro Stockmann, hermano del doctor. Pero el sospechoso tifus que afecta a algunos turistas lleva al protagonista a descubrir que los trabajos de canalización de las aguas se han hecho sobre tierras empantanadas. Entonces, decide hacer público el error e impulsar su reparo. En esta tarea lo acompaña Hovstad, periodista de La voz del pueblo, quien está dispuesto a poner su tribuna al servicio de una causa noble y de paso arrasar con los poderosos. El alcalde, sin embrago, decide otra cosa: oponerse, para que los visitantes del bucólico lugar no huyan y el municipio pierda, de esta forma, sus ingresos.

Los tres poderes que controlan el lugar: el alcalde, los empresarios y la prensa, hacen todo lo posible por convencer al doctor Stockmann de dar marcha atrás, pues no están dispuestos a costear los gastos de saneamiento del agua ni a perder el negocio. Ante la resistencia del tozudo galeno, manipulan a la opinión pública en su contra y lo declaran "enemigo del pueblo". Finaliza la obra cuando es apedreada la casa del médico, con él y su familia adentro.

En un “acto de responsabilidad de amor hacia el país”, Teodoro Petkoff declinó su candidatura a favor de la unidad de la oposición. Aunque es hijo de médica polaca y estudió tres años la profesión de Hipócrates, no es doctor en medicina sino en economía. Sin embargo, creo que es el médico que el país requiere para curar sus graves males. En su momento tuvo la sabiduría y el coraje para ponerse a construir la tercera pata de la mesa democrática alrededor de la cual hoy nos sentamos.

No es tan malévola como se dice la expresión “Cada pueblo tiene el gobernante que se merece”. Ella no habla de genética, sino de la conciencia que el pueblo tiene de su valor y de lo que, en determinado momento histórico, es capaz de asumir.

Publicado porTalCual el 10 de noviembre de 2006
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