jueves, 17 de julio de 2008

Platón y la flauta de Lidia

De República de Platón dijo J. J. Rousseau que es el mejor tratado de educación que jamás se haya escrito. Y de censura, debió haber añadido.

Al pragmatismo de los sofistas y de los retóricos, que no recurren a otra instancia superior a la opinión, opone Platón un sistema educativo que reposa íntegramente sobre la noción de la Verdad, tanto en el pensamiento como en la conducta. Según esta concepción, la educación es el medio de volver a los hombres tanto sabios como buenos. Pero... ¿Qué es la verdad?, preguntó Pilatos al Cristo y de seguro no esperó respuesta.

Establecido, pues, el orwelliano Ministerio de la Verdad, éste empieza a decretar: gimnasia para el cuerpo y música para el alma. La gimnasia comprende no sólo ejercicios físicos, sino también higiene, dietética y medicina, todo con el objeto de alcanzar las virtudes de coraje, firmeza y autodominio.

Por música debe entenderse letras y bellas artes. En primer lugar, a los niños hay que contarles fábulas, que enciendan su imaginación y pulsen sus sentimientos, pero fábulas verdaderas. Las fábulas son mentirosas cuando el poeta finge dioses y héroes que se comportan como dioses y héroes que no son de verdad. De ahí la crítica despiadada a Homero, Hesíodo y otros poetas menores que cuentan que Cronos mutiló (castró) a Urano, su padre, y después se puso a devorar a sus hijos, según iban naciendo, excepto a Zeus, que felizmente escapó al hambre paterna. Apenas menos horripilante, aunque sí más pintoresco, era todo el cuento de las fechorías y travesuras de los demás olímpicos, tan pronto en guerra como en libertinaje sexual entre ellos y con los mortales.

Los héroes, para Platón, deben ser encarnación de las virtudes de valentía, firmeza del alma y temperancia. Por consiguiente, nada de héroes gemebundos, berrinchudos o disolutos, como abundan en la Ilíada y en la Odisea.

A la literatura sigue en la educación la música propiamente dicha, pues no hay nada como el ritmo y la armonía para penetrar hasta lo más profundo del alma infantil, a fin de volverla bella y fuerte en extremo. Pero, justamente, en razón de su importancia pedagógica, la música tampoco puede escapar a la censura en la paideia platónica. Partiendo de que la música debe estimular las mismas emociones y sentimientos que la literatura, Platón proscribe en su proyecto político las melodías dulces e instrumentos que, como la flauta de Lidia, son quejumbrosos o lánguidos.

La aprobada ley de Responsabilidad social en radio y televisión no busca formar guardianes de Ciudad, y por tanto no está interesado en las virtudes ciudadanas de valentía, firmeza de carácter y autodominio, sino en la “protección integral de los niños, niñas y adolescentes”, que no se sabe muy bien en qué consiste. Dice la resistencia a la ley que la clasificación mojigata de sonidos e imágenes en los tipos A, A1, B, B1, C y D son rosas desvaídas que cubren la mordaza. ¿Será verdad?

carloshjorge@hotmail.comPublicado por TalCual, página 13, el jueves 24 de febrero de 2005
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