viernes, 18 de julio de 2008

No me mandes flores


Si no lo explicara el pie, en la foto de Giorgio Ughi no se aprecia muy bien que se trata de un cadáver echado sobre la línea que separa la calzada de la cuneta. Una mano, que parece pedir ayuda, sale por debajo de unas hojas de periódico que apresuradamente lo cubren. Los carros siguen veloces a su destino. Manchas de sangre por todas partes. La oscuridad de la noche apenas se ve rota por la presencia de tres focos que iluminan el lugar. Un cono anaranjado en la vía marca la presencia de la autoridad. ¿Autoridad?. Asentó Hobbes: "La seguridad es la finalidad que persiguen los hombres al someterse a otros; si no lo logran, es incomprensible que se hayan sometido a otro y hayan abandonado el derecho de defenderse a su arbitrio" (VI,3).

La noticia que comentamos la trajo El Siglo un día, cualquier día, todos los días: "Ciclista murió arrollado en la Carretera Nacional". Nada extraordinario, como tampoco es nuevo que el homicida se haya fugado, sin ser visto ni reconocido. "El occiso no portaba identificación", aclara el diario de Aragua; "Se espera ubicar a los familiares".

Ingenuamente, en pocas palabras la periodista Alejandra Guerrero describió la situación del país. Si te matan en una esquina de cualquier calle, o en tu casa, debe de haber alguien que te llore, alguien a quien le hagas falta, tal vez tus hijos, o tus padres, o tu mujer, o tus hermanos , o algún amigo, porque debes tener, siquiera, un amigo. Si no tienes a nadie, mejor: así no le causarás dolor a nadie. 'Nadie' no siente. Nadie' es alguien para quien no existes, alguien que debiera velar por ti y por los tuyos : el Estado. Apenas eres una foto en el periódico, con una nota al pie, un número en la estadística de los combatientes caídos en la batalla de cada semana.

No me mandes flores, mándame vengadores, parece ser el eslogan que repiten con armas en la mano individuos justicieros. Es frecuente leer que la policía tuvo que "rescatar" a los acusados de ser "azotes de barrio". Otros no tienen tanta suerte. Mas esta golosa venganza no es sino la expresión de la guerra de todos contra todos. Sólo el enfermo social puede gustar de "vivir" en este mundo miserable y odioso, pues "mientras no se tiene garantía de que los otros no van a atacar, cada uno conserva el derecho originario de velar por sí mismo con cuantos medios quiera y pueda utilizar, es decir, el derecho sobre todo, que es también el derecho de guerra" (V,1), asentó el filósofo inglés en las páginas de Del Ciudadano.


carloshjorge@hotmail.com
Publicado el 4 de marzo de 2004, página 13 (con ilustración), en TalCual
PUBLICADO POR EL ARAGÜEÑO EL 5 DE ABRIL DE 2006
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