miércoles, 23 de julio de 2008

Monumento a la Paz

Visto desde algún punto meridional, no parece lo que es. Pero si se mira desde Septentrión, es lo que parece. En su faz del Poniente se lee una críptica cita de Domingo Miliani: "La tierra venezolana es pródiga, el subsuelo opulento y el hombre valiente. Ellos forjaron el mito, de su entraña nace la mano mineral, defensora del pueblo, sembradora de luchas. El ojo alerta de sus hombres mayores, vigila el sueño y horada la historia. El grito airado crece cuando alguien amenaza los cauces apacibles..." En el Levante se nos recuerda que es un "Homenaje del Gobierno Municipal de Caracas a las luchas del pueblo venezolano, por la conquista de su patrimonio petrolero. Monumento a la Paz. Autor: Paul del Río. Mayo de 2003".

Dejamos a otro las consideraciones de sus virtudes artísticas, que debe de tenerlas. Nos interesa su simbología y su sintomatología. Como síntoma, el Monumento a la Paz revela la fiebre de una vieja enfermedad de muchos gobiernos venezolanos, municipales y de los otros. Veamos. Una "mano mineral" se eleva sobre una base urbana de casas y edificios amontonados. Esto si se ve desde el Sur. Desde el Norte, destacan dos porciones carnosas de la parte posterior del cuerpo humano, separadas por una hendidura redondeada. El ano se intuye en la profundidad. Justamente, por donde pudiera deducirse la ubicación de tal orificio, se yergue, erecta, una torre de petróleo. El símbolo fálico es fácilmente reconocible. Si quedaran dudas, las disipa la paloma que, con las alas desplegadas, vuela sobre la torre.

¿Cómo interpretar el Monumento? La ciencia psiquiátrica viene en nuestra ayuda. Hay -nos dice- dos modos de desviación de la conducta sexual, llamados perversiones o aberraciones sexuales: la del objeto y la del fin. Esto es: a) la apetencia sexual no se orienta hacia su objeto normal, sino hacia otros "objetos"; b) la fuente de atracción, descarga de placer y orgasmo, no está en la consumación del acto sexual normal, sino en, por ejemplo, la producción de dolor, como en el sadismo.

Los Campos Médico y Los Semerucos, en Falcón; Rojo, Morichal y La Esmeralda, en Monagas; Sur, Norte y Guaraguao, en Anzoátegui, y los Campos de la Costa Oriental del Lago, en Zulia, son los "objetos" de una relación, a todas luces, perversa. Lo hecho a los ex trabajadores petroleros no es sino un puro acto de sodomía no deseada.

Con amedrentamiento, amenazas y violencia; sin romper, legalmente, la relación laboral; sin garantizar un debido proceso, de este modo no puede realizarse la "conquista" del "patrimonio petrolero". Tampoco, estatuir la Paz, aunque se le erijan monumentos a la diosa.

carloshjorge@hotmail.com
Este artículo nunca fue publicado. Se lo envié a Milagros Socorro cuando ella publicó el suyo (muy bueno) sobre el tema en El Nacional. La carta que lo acompañaba le hizo reír, pero el artículo busca hacer pensar sobre aquellas acciones tan dolorosas que sufrieron algunos venezolanos. Creo que las heridas no están cerradas. Y no lo estarán mientras no haya JUSTICIA. Venezuela está en deuda con los petroleros (de entonces).

Lector, si me dejas un Comentario, mejoro el blog. Doblemente agradecido

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