miércoles, 16 de julio de 2008

Harrington viaja a Utopía




Publicada en Londres en 1656 y perteneciente al grupo de las utopías políticas, Oceana es la obra de J. Harrington que conservará por siglos la memoria de su autor. Se describe en ella la formación de un nuevo gobierno para la República de Oceana. Este gobierno se pinta con muchos detalles fantásticos, pero Oceana era sin duda Inglaterra. Tampoco hay ninguna duda respecto de quiénes son las personas reales o los acontecimientos históricos a los que se refiere Harrington. El libro está dedicado a Oliver Cromwell.

Harrington percibió claramente que el gobierno está determinado en su estructura y funcionamiento por las fuerzas económicas y sociales subyacentes. Su época fue tiempo de intensos rencores de partido y secta. Cada partido explicaba el desorden civil por la estupidez o maldad de sus adversarios. Harrington adoptó una actitud científica al presentar seriamente un gobierno, aunque imaginario, pero como plan de construcción política. El pensamiento que subyace en la teoría de Harrington es el de que la forma de gobierno que es posible con caracteres de permanencia en un país depende de la propiedad y, en especial, de la propiedad de la tierra. Cualquiera que sea la clase que posea un “equilibrio” o “balanza” preponderante de la tierra –por ejemplo, tres cuartas partes- tiene por pura necesidad económica que poseer el control de gobierno. Sin duda exageró el peso político de la propiedad de la tierra, subestimando el influencia de la manufactura, el comercio y las finanzas.

Basándose en su teoría de la balanza de la propiedad de la tierra, Harrington hace su propia clasificación tripartita de las formas de gobierno: monarquía absoluta, monarquía mixta o feudal y la república (commonwealth). Su república trataba de aproximarse todo lo posible a modelos antiguos tales como Atenas, Esparta, Roma y el estado judío, a todos los cuales consideraba como gobiernos populares dentro del significado que atribuía a este término, aunque su ideal político era la aristocracia. En esto coincide con todos los republicanos de la Revolución Puritana.
No contento con los principios señalados para su “república igual” (equal comonwealth), procedió Harrington a elaborar una constitución para la Gran Bretaña dando a sus principios una aplicación detallada. Esta elaboración la sido la causa principal por la que se considera a Harrington un utópico. Tuvo un placer infantil en delinear los detalle del cuadro. Llegó incluso a señalar las fechas y horas en que deberían reunirse las asambleas y las vestiduras que debían usar los funcionarios.

A pesar de la forma fantástica de la república harringtoniana, su autor combinó en ella un número sorprendente de los artificios que más tarde han llegado a ser considerados como típicos del gobierno liberal. La constitución escrita, la elección de los magistrados, el sufragio secreto, los mandatos de corta duración con rotación en los cargos, la separación de poderes, las garantías de la libertad religiosa y la educación popular a expensas del erario público son unos cuantos ejemplos de ello.

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Publicado por TalCual el 18 de septiembre de 2007, pág. 17
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